Ayer inició el Foro Económico Mundial (FEM) de Davos, que a lo largo de sus 50 ediciones ha sido visto como una reunión entre las élites económicas y políticas del mundo. No obstante, también es testigo de las grandes transformaciones de la historia reciente de la humanidad: la consolidación del capitalismo y sus crisis, el fin de la Guerra Fría, la llegada de internet, así como de la denominada Cuarta Revolución Industrial.
Este foro representa un espacio distinto, a otras cumbres internacionales, para el acercamiento entre empresas, países y organizaciones en torno a temas de interés global. Ahí se han gestado importantes alianzas políticas y comerciales con fuertes repercusiones económicas, sociales y ambientales. Pero también se ha constituido como un escenario para dirigir los reflectores en demandas contemporáneas que incluso llegan a ser polémicas.
El año pasado, Greta Thunberg aprovecho su participación para hacer visible la emergencia climática y apuntar la responsabilidad de las actuales generaciones en el fracaso por frenar el deterioro ambiental. Ayer demandó frenar todos los subsidios a combustibles fósiles.
Esta ocasión, el hilo conductor temático “Stakeholders para un mundo cohesionado y sostenible” habla de la necesidad de ponderar a las empresas no solo por sus ganancias económicas, sino por sus acciones de responsabilidad social ante nuevas lógicas de consumo; que implican ideales como el cuidado del medio ambiente, comercio justo y fomento de las economías locales. Además, esta edición del FEM busca contribuir con los gobiernos a seguir el progreso hacia el Acuerdo de París y el compromiso con los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
La logística del foro logró la certificación de evento sostenible (ISO 20121), lo que implica emplear proveedores de alimentos de origen local, utilizar energías renovables y limitar el uso de materiales de un solo uso. No deja de ser paradójico que, a pesar de que se están utilizando más vehículos eléctricos, buena parte de los participantes utilizan aeronaves privadas para acudir, lo que incrementa drásticamente la huella de carbono.
Esta cumbre, como otros foros económicos internacionales, abre el diálogo entre tomadores de decisiones para adaptarse a las nuevas exigencias del mundo y resolver estrategias efectivas para alcanzar algunos objetivos no menos importantes, como frenar la desigualdad, disminuir la pobreza, fomentar el desarrollo sostenible y alcanzar sociedades más justas.
Valdría la pena analizar si los frutos de esta edición contribuyen concretamente a transformar la visión sobre estas problemáticas sociales y la forma de solucionarlas.
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@ClauCorichi