A riesgo de no emitir un comentario pendejo, es ciertamente complicado decirlo porque no somos Culiacán, ni estamos sintiendo lo que esa sociedad siente y cientos de ellos vivieron en carne propia ayer, pero somos México y hemos vivido esta barbarie durante más de 10 años producto de apretar el botón de la estupidez.
Hoy, quizá, Culiacán estuviera todavía bajo fuego y la sangre, hubiese corrido como agua en pavimento, mucha de ella, de gente inocente, una verdadera masacre. Por otro lado, desde luego que es un mensaje de impunidad para los cárteles, en quienes es claro que presentar músculo de fuerza hará que las fuerzas de seguridad nacional decidan no intervenir.
No parece que hubiese sido un operativo planeado sino de vigilancia, porque no hubo acompañamiento y apoyo aéreo, corte de comunicaciones y todas esas cosas que son parte de un operativo planeado.
Cierto es que al Cártel de Sinaloa no le pesó la captura de El Chapo, la demostración de ayer es una prueba de porque es uno de los cárteles más poderosos del mundo, y que la estrategia de detener cabezas es una soberana tontería y provoca cero mella en los cárteles.
Dice el ex gobernador de Sinaloa, Francisco Labastida, que hoy luce corbata negra porque el estado falló; yo digo que igual la traería con los cientos de muertos que ahora se contarían, la impunidad parece no tener memoria y él es parte de ello que no se haga pendejo.
Hay otros que invocan a Felipe Calderón porque tenía toda la autoridad del Estado y hubiera hecho lo que supo hacer mejor: que la sangre corriera. ¿Estado fallido?, ¿Abrazos, no balazos? ¿Qué pena me das México? y ¿Antes no? Aunque no esté de acuerdo con muchas decisiones que este gobierno toma o ha tomado, en este momento lo de ayer sí, sí fue la decisión correcta.
Es cuanto.
