Leer cuentos a los infantes es clave para afrontar sus miedos, estas historias ayudan al menor a conocer el mundo y los problemas sin necesidad de enfrentarlos en persona. Los personajes, historias y paisajes fungen como clave para que los menores comprendan y analicen el origen de sus temores y la manera de afrontarlos.
«Los cuentos son como alas con las que los niños sobrevuelan la vida de los personajes y experimentan distintas maneras de vivir y resolver las cosas», explica la psicolingüista y profesora colaboradora de los estudios de Psicología y Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) Débora Chomski, quien añade que los pequeños necesitan estas historias para «dar forma y sentido a su realidad».
La educadora sostiene que por medio de historias de miedo los menores son capaces de sacar a la luz instintos negativos y rechaza las versiones «edulcoradas» de algunos relatos que evitan los finales infelices.
Sumado a esto, los expertos confirman que realizar esta actividad con frecuencia mejora la capacidad de comprensión de los niños, además de ayudar en su lenguaje y expresión de emociones.
La manera en la que los niños integran los cuentos y son capaces, después, de expresarse, depende de cómo desarrollen los adultos la acción de relatar. Gracias a las historias que aprenden en el ámbito educativo o en el familiar, puede mejorarse el lenguaje espontáneo de los niños, animándolos a comentar partes del cuento o imágenes que aparezcan en él.
No tener miedo al miedo
Muchos padres dudan de qué tipo de libros o temáticas pueden plantearse a los niños según las edades, pero la experta en formación advierte de que «no es bueno sobreproteger a los niños, abstraerlos de las realidades». Rechaza también que los pequeños «sepan todo y en profundo», pero sí cree positivo que conozcan su entorno y las situaciones con las que se encuentran o podrán encontrarse a lo largo de su infancia. «Dentro de ese bolsillo lleno de magia que el niño necesita para vivir debe haber algo de miedo que permita proyectar a los más pequeños sus temores, sus creencias instintivas y sus tendencias negativas», apunta Chomski, que propone también compartir con los niños algún relato «crudo» para trabajar esos sentimientos.