La depresión afecta a personas de todas las edades, situaciones económicas y razas. Aunque la depresión sea frecuente, hay personas que se deprimen y otras que no. ¿Por qué?
La depresión no tiene una sola causa, hay muchos factores que influyen en que una persona se deprima. Algunos de esos factores son de origen biológico, como nuestros genes, nuestra química cerebral y nuestras hormonas. Otros son de origen ambiental, como la luz solar y las estaciones del año, o las situaciones sociales y familiares que tenemos que afrontar. Y otros se deben a la personalidad, como la forma en que reaccionamos a los acontecimientos vitales o los sistemas de apoyo que creamos para nosotros mismos. Todos estos factores pueden ayudar a determinar si una persona se deprime o no.
Los genes
Algunas personas heredan genes que aumentan sus probabilidades de deprimirse, pero no toda la gente que tiene o ha tenido un pariente cercano deprimido desarrollará una depresión. Y hay muchas personas que, aunque no tengan antecedentes familiares de depresión, se deprimen.
La química cerebral
Los neurotransmisores son unas sustancias químicas que ayudan a transmitir mensajes entre las células nerviosas del cerebro. Algunos neurotransmisores regulan el estado de ánimo. Cuando una persona sufre una depresión, estos neurotransmisores pueden estar en concentraciones muy bajas o pueden no ser eficaces.
El estrés, la salud y las hormonas
El estrés, el uso de alcohol o drogas, los cambios hormonales y algunas afecciones médicas también afectan a la química cerebral y al estado de ánimo.
La luz solar y las estaciones del año
Cuando hay menos luz solar, el cerebro fabrica más melatonina y cuando hay más luz solar, el cerebro fabrica más serotonina.
Los días más cortos y la mayor duración de la noche en otoño y en invierno pueden hacer que el cuerpo fabrique más melatonina y menos serotonina. Este desequilibrio es lo que crea las condiciones biológicas para la depresión en algunas personas, una afección conocida como trastorno afectivo estacional (TAE). La exposición a la luz puede mejorar el estado de ánimo
Los acontecimientos vitales
A veces, la muerte de un miembro de la familia, amigo o mascota causa más pena de la habitual y desemboca en una depresión. Otros acontecimientos difíciles en la vida de una persona, como cuando los padres se divorcian, se separan o se vuelven a casar, pueden desencadenar una depresión.
El hecho de que un acontecimiento difícil lleve o no a una depresión pueden depender en gran medida de lo bien que la personas sea capaz de afrontarlo, mantenerse positivo y pedir y recibir apoyo.
El ambiente familiar y social
Para algunas personas, una atmósfera familiar negativa, estresante o triste puede llevar a una depresión. Otras situaciones vitales de mucho estrés, como la pobreza, el no tener hogar o la violencia también pueden contribuir a que la gente se deprima.
Situaciones como estas no han de llevar necesariamente a una depresión, pero no saberlas afrontar o afrontarlas sin ningún tipo de apoyo puede facilitar el desarrollo de una depresión.
Reacción ante las situaciones de la vida
La vida está llena de altibajos. El estrés, las dificultades y los contratiempos suceden (pero, afortunadamente, no demasiado a menudo). La forma en que reaccionamos a las dificultades de la vida es muy importante. La actitud de una persona puede contribuir a que se deprima o puede ayudar a protegerla de la depresión.
Las investigaciones muestran que una actitud positiva y la resiliencia actúan como una protección contra la depresión, incluso para las personas que corren el riesgo de desarrollarla por sus genes, su química cerebral o las circunstancias vitales que están atravesando.
Desarrollar la resiliencia y ser positivo no es un escudo mágico que nos proteja automáticamente de la depresión. Pero estas cualidades pueden ayudar a contrarrestar todos los factores que pueden ocasionar problemas.
Estefanía López Paulín
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