San Luis Potosí, SLP. – La Cruz Roja Mexicana fue una de las instituciones de salud más grandes y conocidas que existen actualmente, sin embargo, últimamente el rasgo que más los caracteriza es el abandono y mal servicio que ofertan a los potosinos, esto según innumerables denuncias ciudadanas.
Es un hecho común escuchar que en accidentes dentro y fuera de la zona metropolitana potosina se llame a la Cruz Roja, pero según la propia gente que realiza las llamadas, es más común que no lleguen; basta como ejemplo el percance del pasado 9 de enero en el que un ciclista fue arrollado en una importante vialidad de la zona norte de la capital potosina, testigos afirman que se solicitó el auxilio de la Cruz Roja y que al final llegaron todas las corporaciones de seguridad y justicia, la Cruz Roja, jamás.
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La delegación potosina de la Cruz Roja se encuentra en una decadencia que el propio Jesús Ernesto de la Maza Jiménez, delegado en San Luis Potosí ha aceptado, pero que no ha luchado por revertir la precariedad económica que tiene pendiendo de un hilo a la institución.
Al contrario de buscar una solución, Maza Jiménez lo único que ha hecho es quejarse del poco dinero, según él, que el Gobierno del Estado, Soledad de Graciano Sánchez y la capital le destinan, sin embargo, sólo se escuda en las cada vez más infructíferas colectas para recaudar fondos; peor aún, el delegado de la Cruz Roja en San Luis Potosí ha optado por cerrar el turno nocturno en su área de urgencias, además incrementó la colegiatura de los estudiantes del Centro Universitario de la salud de la Cruz Roja Mexicana, junto con los desempleos masivos que sufrieron los trabajadores de esta institución.
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A pesar de las afirmaciones de Jesús Ernesto de la Maza Jiménez, que juró que el servicio de ambulancias y rescate urbano se mantendrían disponibles las 24 horas del día, «porque los accidentes no tienen horarios y tenemos el personal más capaz y el mejor equipo, pero lamentablemente nos encontramos en una situación de freno en estos momentos»; los potosinos se quejan cada vez más de la ausencia de la institución de salud en los sucesos más críticos, por lo pronto, el austero delegado se pasea en sus camionetas de lujo mientras que los pocos médicos y enfermeras que quedan, tienen que estirar la miseria de dinero que ganan para sobrevivir.
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