Los sentimientos en los adultos se sienten de manera diferente, pues el organismo alcanzó su madurez, los pequeños encuentran en el llanto una forma de desahogo y de liberar las emociones.
Muchas personas tienen la idea de que al hacerle saber a los niños que no deben llorar, podrán ser fuertes; minimizar las emociones desarrollan efectos negativos en la salud emocional y, al llegar a la edad adulta se vuelve complicado lidiar con sus emociones.
Existen cientos de frases para intentar que los niños no experimenten emociones negativas, por ejemplo, “no exageres”, “si lloras no te haré caso”, a menudo se piensa que esto aliviará las sensaciones y que en ese instante dejarán de sentir, como si se apretara un botón y se desactivara la tristeza o frustración.
Cuando se impide que un niño exprese coraje o miedo, solo porque hay quien dice que debemos estar felices, se inhiben las emociones al grado de que sea preferible para ellos ocultar sus sentimientos.
Rafa Guerrero, Psicólogo y doctor en educación, comparte que otro error es pedirles que se tranquilicen ellos solos, método que no funcionará porque los pequeños, aún no tienen el suficiente desarrollo cerebral ni disponen de estrategias de autorregulación emocional para hacerlo por sí mismos.
¿Es posible que los niños lidien con sus emociones de forma saludable?
En principio, es necesario entender que ellos deben crecer y desarrollarse en contextos donde cualquier tipo de emociones no sean prohibidas. Es necesario estar cerca de ellos en el momento de que sientan miedos, tristezas y frustraciones, todo el tiempo escuchándolos de manera que puedan sentir seguridad y confianza para contar lo que sienten.
Es necesario darles la libertad de que experimenten todo tipo de emociones para que, cuando sean adultos tengan la capacidad de reconocerlas para que descubran de qué manera las van a enfrentar.
La mejor manera de establecer ese “poder” que permita tolerar la frustración es evitar las frases que anestesian las emociones y empezar a tener una comunicación madura preguntando ¿cómo te sientes?, en lugar de simplemente ¿cómo estás?, tener la capacidad de demostrarles se es parte tanto de su felicidad como de sus momentos complicados.
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