La goma de mascar comúnmente conocida como chicle, es la savia del árbol del chicozapote (manilkara zapota), esta especie pertenece a la familia de las sapotáceas, son árboles de las selvas tropicales húmedas que miden entre 25 y 30 metros de altura. Se encuentran en México, en la costa del Golfo, el Pacífico, la Península de Yucatán, Guatemala, Belice y parte de Honduras, su madera es de gran dureza y resistencia, por ello era utilizada en los dinteles de las puertas de sitios arqueológicos que permanecen hasta nuestros días.
El chicozapote es un tanto delicado pues comparado con otros frutos se comercializa poco a nivel internacional, es de un sabor tan dulce que es el alimento favorito de algunas especies como los monos y las aves. El nombre de chicle proviene del náhuatl tzictli y la práctica de mascarlo se conoce desde los mayas ya que pensaban que esto los tranquilizaba, también tenían el hábito de limpiarse los dientes. La temporada de esta actividad inicia en el periodo de lluvias, es decir, a mediados del mes de agosto hasta los últimos días de febrero debido a que los árboles tienen mayor humedad.
Los chicleros pasan días enteros en la selva para recolectar de cada árbol entre dos y cinco litros de resina, hecho esto, deben transcurrir siete años de descanso para que se logre una buena cicatrización y poder realizar otra extracción. Después de elegir el primer árbol, se comienza la difícil y peligrosa tarea de trepar por el mismo para hacer cortes de manera superficial en zigzag (solo en la corteza) para que este no sea dañado, se coloca una bolsa de lona sellada con cera de abeja donde será depositada la savia que se desliza hasta la parte baja, posteriormente, esta se cuela con una fina malla para retirar las impurezas, que será llevada a fuego lento durante unas cuatro horas en una paila de aluminio para empezar el proceso de cocción con movimientos constantes y así eliminar la humedad hasta obtener una textura elástica y poder enmarquetar.
A partir del 2009 hubo un repunte con la producción de chicle natural, pues este estuvo a punto de desaparecer cuando prevaleció el sintético que es elaborado con plástico y acetato de polivinilo, habiendo una industrialización y comercialización de cientos de marcas en todo el mundo, pero Chicza, una goma de mascar mexicana, cien por ciento natural, artesanal, orgánica y biodegradable, se ha posicionado no solo en nuestro país sino también en mercados internacionales de Europa, Medio Oriente y Australia, se endulza con jarabe de agave y saborizantes naturales ofreciendo sabores de canela, limón, menta, yerbabuena y mezcla de moras.
Las ventajas de este chicle natural es que una vez cumplida su función, sus componentes permiten que se convierta en polvo en cuestión de semanas, mientras que uno común tarda cinco años en desintegrarse. Cabe resaltar que tampoco contamina, pues no es adherible a las superficies (como el pavimento) y no produce caries por no estar confitado. Los principales productores de chicle son Campeche, Yucatán y Quintana Roo.
México es el segundo mayor consumidor de chicle a nivel mundial, después de Estados Unidos. La empresa Mondelez International, se ha convertido en la más grande del mundo por volumen de producción de chicle y se ubica en la ciudad de Puebla con más de 1,500 trabajadores, donde además de producir las gomas de mascar que ya conocemos también producen caramelos y bebidas en polvo.