La presión arterial es la fuerza con la que la sangre empuja contra las paredes de las arterias. Este proceso ocurre cada vez que el corazón late, bombeando sangre a través del cuerpo. La presión arterial es más alta cuando el corazón está bombeando sangre (presión sistólica) y más baja cuando el corazón está en reposo entre latidos (presión diastólica). Esta es la razón por la cual los valores de presión arterial se miden en dos cifras, por ejemplo, 120/80, donde 120 es la presión sistólica y 80 la diastólica.
A diferencia de lo que muchos piensan, la presión arterial alta no presenta síntomas evidentes. La única forma de identificarla es a través de un chequeo médico regular. Los médicos utilizan un tensiómetro, un estetoscopio o un sensor electrónico para medir la presión arterial en varias consultas. Se considera hipertensión cuando los valores de la presión arterial son de 130/80 o más.
Si la presión arterial se mantiene elevada durante largo tiempo, puede dañar el corazón, los vasos sanguíneos y otros órganos vitales, aumentando el riesgo de ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares, insuficiencia renal y otros problemas de salud graves.
Si experimentas un aumento repentino en la presión arterial, lo primero que debes hacer es mantener la calma, ya que la ansiedad puede empeorar la situación. Asegúrate de estar en un lugar tranquilo y de medir la presión arterial con un tensiómetro, si tienes uno a mano. Si los valores siguen elevados, es crucial consultar a un especialista para obtener un diagnóstico adecuado y recibir el tratamiento necesario.
Es importante evitar alimentos y bebidas que puedan agravar la situación, como el café, el alcohol o alimentos altos en sodio. Opta por beber un vaso de agua para mantenerte hidratado, ya que la deshidratación también puede aumentar la presión arterial.
Además, identifica posibles factores desencadenantes como el estrés, la falta de sueño o la fatiga, que pueden elevar la presión. Si tienes medicamentos antihipertensivos de acción rápida recetados, tómalos según las indicaciones de tu médico.
La mejor forma de controlar la presión arterial alta es mediante chequeos regulares y un estilo de vida saludable. Mantener una dieta equilibrada, evitar el estrés y realizar ejercicio regularmente son claves para prevenir problemas relacionados con la hipertensión.