
Dormir bien no solo es una necesidad biológica, sino una herramienta fundamental para mantener una buena salud física y mental. Un sueño de calidad impacta en múltiples aspectos de nuestra vida, desde la función cognitiva hasta el estado de ánimo, la inmunidad y el rendimiento diario.
Según especialistas, el descanso adecuado favorece la consolidación de la memoria, mejora la capacidad de aprendizaje, fortalece el sistema inmunológico y reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares. También promueve el equilibrio hormonal y contribuye significativamente a la estabilidad emocional, reduciendo la ansiedad y la depresión.
Pero ¿cuántas horas necesitamos realmente dormir? Se recomienda entre 7 y 9 horas por noche, aunque cada persona tiene sus propias necesidades. Lo esencial es despertar con energía: si esto no ocurre, es probable que el sueño no esté siendo verdaderamente reparador.
Para mejorar la calidad del sueño, se aconseja mantener un horario regular para acostarse y levantarse, incluso los fines de semana. También es importante evitar siestas prolongadas y preparar un ambiente adecuado para dormir: silencioso, oscuro, fresco y cómodo.
Otro factor clave es reducir la exposición a pantallas antes de dormir. La luz azul que emiten los dispositivos electrónicos interfiere con la producción de melatonina, la hormona que regula el sueño. Por eso, se recomienda evitar móviles, tablets y computadoras al menos una hora antes de acostarse.
Asimismo, adoptar una rutina relajante —como leer, tomar un baño tibio o practicar meditación— puede facilitar el proceso de conciliar el sueño. Es importante también evitar comidas pesadas, alcohol y cafeína por la noche.
El ejercicio regular ayuda a dormir mejor, pero debe evitarse justo antes de ir a la cama. Un descanso adecuado no solo mejora nuestra salud, sino que nos hace más productivos, felices y resilientes ante el estrés cotidiano.
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