Sumergida a 37 metros bajo el nivel del mar Mediterráneo, la Gruta Cosquer es una de las cuevas submarinas más enigmáticas y significativas de la prehistoria europea. Este sitio, que se cree, fue un santuario utilizado entre el 27,000 y el 19,000 a.C., alberga más de 200 figuras pintadas en sus paredes, que permanecen como testimonio de los rituales y el arte de nuestros antepasados.
Las figuras parietales en la gruta corresponden a dos fases de ocupación de la era paleolítica: el Gravetiense y el Solutrense. Las obras incluyen representaciones de animales y símbolos que reflejan la vida y las creencias de quienes la habitaron hace miles de años. Entre las imágenes destaca una plantilla de una mano humana, cuidadosamente pintada, que permite a los visitantes contemporáneos vislumbrar la presencia tangible de estos primeros habitantes.
La entrada de la gruta quedó sumergida hace miles de años debido al aumento del nivel del mar. Hoy en día, el acceso a este sitio es limitado y se realiza bajo estrictas medidas de preservación, ya que el delicado equilibrio de este espacio debe mantenerse para garantizar que las generaciones futuras puedan conocer el arte y la historia que resguarda.
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