La alcachofa es una planta herbácea de la familia Asteraceae, que técnicamente es una flor antes de desarrollarse o en un momento de su fase de crecimiento.
Este vegetal de particular apariencia es originario de tierras mediterráneas, distribuyéndose por diferentes partes de Europa y posteriormente explorando regiones de todo el mundo. En la actualidad, se puede encontrar en muchos países y de acuerdo a cada región la preparación para comerla es diferente.
Algunas de las recetas más populares para su preparación son: gratinadas con queso y jamón, horneadas o cocidas al vapor para comer con mayonesa u otros aderezos.
Una de las formas más populares para degustar este particular fruto, es arrancar, o pelar «hoja por hoja», y comer solo la parte que está pegada al tallo, pues la parte de arriba es demasiado dura y puede incluso lastimar la dentadura.
Esto claramente la hace difícil de comer, pero realmente vale la pena hacerlo por la cantidad de beneficios y nutrientes que aporta.
La alcachofa es hipocalórica y contiene una sustancia llamada inulina que es un compuesto que ayuda a regular los niveles de glucosa en la sangre, por lo que, comer alcachofas puede ser benéfico para las personas que padecen diabetes.
Entre otros múltiples beneficios para la salud, también se sabe que tiene propiedades diuréticas, lo que ayuda a estimular el correcto funcionamiento de las vías urinarias.
También posee una importante acción colerética, es decir, qué estimula la segregación de bilis, ayudando a mantener la salud del hígado.
Con ello podemos ver que además de nutrir nuestros cuerpos con su alto contenido de Vitamina C, tiamina y Vitamina B6, también se pueden obtener otros beneficios a la salud de esta maravillosa planta.
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