
“El problema de nuestra época consiste en que sus hombres no quieren ser útiles sino importantes”. Winston Churchill
La semana que precede a esta colaboración ha sido vertiginosa, vimos como con un buen trabajo político se pueden crear consensos suficientes, para caminar entre las sinuosas veredas de la confrontación y obtener buenos acuerdos, me refiero desde luego a la reunión de la Conferencia Nacional de Gobernadores (CONAGO), realizada en la Capital Potosina y que permitió el dialogo entre los Ejecutivos locales y el Federal sobre los temas de salud, financieros y de seguridad que aquejan al País.
De igual forma fuimos testigos, de los videos que señalan presuntos actos y hechos de corrupción de actores de todos los signos políticos.
Estos eventos, que parecieran desligados y sin punto de encuentro uno con el otro tienen su vértice en la transformación que hemos emprendido en México, aunque contrario a lo que se puede pensar no ha iniciado con el gobierno de López Obrador y tampoco creo que se consolide en este.
La transformación de nuestro País ha sido compleja, tiene inicio formal con el constituyente del 17, pasa por la hegemonía priista, las reformas electorales de los sesentas, ochentas y noventas con sus consabidas adecuaciones en las primeras dos décadas de esta centuria.
A pesar de este esfuerzo preponderantemente ciudadano, no hemos podido consolidar nuestra transición política, social y democrática, en gran medida por nuestros gobernantes, que se niegan a perder el efecto unipersonal del ser, es decir, se niegan a seguir ejerciendo el presidencialismo a ultranza -sin descontar la parte que les toca a los gobernadores y presidentes municipales que son ejecutivos locales-.
Lo anterior pareciera menor, pero no lo es ¿Cómo podemos hablar de una transformación, si a un tenemos el mismo pacto Federal?, ¿Cómo hablar de un nuevo México, si en lugar de construir mayorías seguimos en el mismo discurso de los años cuarenta de “la mayoría soy yo” ?, ¿Cómo proponemos un nuevo equilibrio económico si mantenemos el mismo pacto fiscal?; en fin todas estas preguntas y más se resumen en un solo hecho, seguimos manteniendo el poder en un solo hombre y permitiéndole a ese hombre pensar que los contrapesos políticos democráticos no se deben al Estado en sí, si no son confrontaciones a su persona y a lo que él cree es su legado, el efecto de esto es hacer creer al Presidente –y no solo al actual-, que todo gira a su alrededor y todo se debe a él y que a él es al que afectan.
No es un asunto inherente a la persona, lo es al cargo lamentablemente.
Así las cosas, por más sentido democrático que tengamos, seguiremos dependiendo de una mayoría coyuntural y caprichosa que no representa los intereses de sus gobernados si no los intereses del gobernante en turno y en consecuencia a un solo hombre; voluntad sobre las voluntades.
Mientras esto no cambie por más videos que se exhiban no se combatirá a fondo la corrupción; así las cosas, solo se podrán buscar consensos para aminorar los daños a la nación no para crear equilibrios democráticos y políticos.
CONCLUYENDO
- Una transformación real debe ir a fondo en la reforma del régimen jurídico, democrático, económico y político del país.
- En lo personal creo que el sistema presidencial en México está agotado.
- Nunca empezaría por debilitar el régimen democrático, los contrapesos son fundamentales, la legitimidad de los votos no lo es todo.