El maltrato infantil se define como los abusos y la desatención de que son objeto niñas, niños y adolescentes e incluye todos los tipos de maltrato como lo son el físico, psicológico, abuso sexual, negligencia y explotación laboral que pueden causar un daño a la salud, desarrollo o dignidad de niñas y niños, así como poner en peligro su supervivencia.
El maltrato físico es el que más se observa por los signos y síntomas que son más visuales como los hematomas, quemaduras, traumas cerebrales, la negligencia y la desnutrición. Sin embargo, no solo esto es maltrato, también lo son los gritos, desprecios verbales, golpes y humillaciones que en ocasiones se utilizan para educar a niñas, niños y adolescentes y que en México se ve como algo normalizado. Los niños y niñas son muy vulnerables, por lo tanto, pueden ser víctimas de distintas formas de maltrato infantil. La violencia contra los niños y niñas no solo sucede en sus casas sino también en la escuela, los parques y la comunidad.
La afectación emocional que acompaña al maltrato físico, el daño psicológico, la negligencia, el abuso sexual y la explotación laboral, pueden provocar efectos dañinos más significativos y a largo plazo para una niña, niño o adolescente. Es importante mencionar que el maltrato que sucede en los primeros cinco años de vida, puede ser el que más afecciones produzca, esto debido a la vulnerabilidad y al hecho de que los primeros años de vida se caracterizan por un crecimiento neurobiológico y psicológico más rápido que en los años siguientes.
Es importante detectar el maltrato infantil y su prevención, entre las claves para favorecer que las niñas, niños y adolescentes tengan relaciones óptimas van desde las prácticas de cuidado en el entorno familiar para un crecimiento y desarrollo saludable iniciando desde: una lactancia materna y una alimentación de acuerdo con la edad, que son muy importantes para el crecimiento y desarrollo del cerebro de su hija o hijo; el cuidar la salud y procurar la higiene, llevar a su hija o hijo a sus consultas de control del niño sano, atender sus necesidades y enfermedades, y asignar actividades de acuerdo con su edad.
Por otra parte, es trascendente el aprender a escuchar a su hija o hijo, el reconocer y respetar sus emociones y sentimientos, mantener la calma en los momentos difíciles, como cuando hace un berrinche, está muy enojado o muy triste; haz de su entorno un sitio seguro y libre de violencia, demuéstrale cariño y que cuenta contigo. No recurras al castigo físico. Es importante enseñarles a respetar su cuerpo y que nadie puede tocarla(o) sin su permiso. Dedica unos momentos del día para jugar y leer con tu hija o hijo, esto favorecerá el desarrollo cerebral y creará vínculos afectivos. Recuerda que las niñas y niños que son criados con respeto, crecen más sanos, fuertes y seguros.