
La necesidad de control sobre todo lo que nos rodea es un impulso común, pero también un obstáculo significativo para nuestra paz mental. Si bien intentar tener control sobre la vida puede generar una falsa sensación de seguridad, al final nos lleva a la frustración, el estrés y la ansiedad. Sin embargo, existen varias técnicas psicológicas que pueden ayudarnos a liberar esa necesidad de control, fomentar una mayor aceptación y, en última instancia, alcanzar un bienestar emocional más equilibrado.
Una de las principales estrategias para dejar de sentir la necesidad de control es practicar la aceptación de la incertidumbre. Aceptar que no todo en la vida es predecible ni controlable es esencial para reducir la ansiedad. En lugar de intentar anticipar o controlar todos los resultados, podemos aprender a ser más flexibles con lo que sucede en nuestro entorno.
Otra técnica efectiva es la práctica de mindfulness o atención plena. El mindfulness consiste en concentrarse completamente en el momento presente, sin juzgar ni intentar modificar lo que ocurre. Al centrarnos en el aquí y ahora, podemos distanciarnos de los pensamientos de control y reducir la tendencia a sobrecargar nuestra mente con preocupaciones sobre el futuro o lo que no podemos cambiar.
La reestructuración cognitiva es otro recurso útil en este proceso. Esta técnica, propia de la terapia cognitivo-conductual, se basa en identificar y cambiar patrones de pensamiento irracionales o disfuncionales. Si, por ejemplo, pensamos «si no tengo todo bajo control, todo se desmoronará», podemos desafiar esa creencia preguntándonos si realmente es cierto y qué evidencias tenemos para sostenerla. Al cuestionar nuestras creencias sobre el control, podemos comenzar a entender que no es necesario tener control sobre todo para que las cosas funcionen. Este cambio de perspectiva nos permite sentirnos más seguros y tranquilos.
Además, podemos practicar el abrazar la imperfección. La necesidad de control a menudo surge del deseo de que todo sea perfecto, pero esto es, en gran medida, inalcanzable. Aceptar que la vida tiene altibajos y que los errores son parte natural del proceso puede ser liberador. Un ejercicio puede ser permitirnos cometer errores pequeños intencionalmente, como elegir una opción de comida sin planificarla rigurosamente o dejar que una tarea se realice sin estar pendiente de cada detalle. Esta práctica nos ayuda a abrazar la imperfección y a reducir la ansiedad vinculada al control.
Finalmente, una práctica fundamental es soltar el control en las relaciones interpersonales. Es común intentar controlar cómo se comportan los demás, pero esto solo genera conflicto y desgaste emocional. Un ejercicio sencillo es practicar la escucha activa y la empatía, sin intentar cambiar lo que la otra persona piensa o hace. Este enfoque nos permite soltar el control y aceptar a los demás tal como son.
Dejar de sentir la necesidad de control no es un proceso fácil, pero con práctica y paciencia podemos lograrlo. Técnicas como el mindfulness, la aceptación de la incertidumbre, la reestructuración cognitiva y el abrazo a la imperfección nos ofrecen herramientas para liberar nuestra mente y encontrar paz en lo impredecible de la vida.
Estefanía López Paulín
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