Era un hombre ‘decente’… a diferencia de dos personajes que también quiero resaltar de modo muy breve en este cierre anual: Andrés Manuel López Obrador y Hugo López-Gatell, éstos de distintos orígenes pero de similar calaña. Por su parte, el chileno Salvador Allende fue presidente hasta el 11 de diciembre de 1973 que murió en un golpe de Estado.
Detrás de sus discursos triunfalistas, nuestro par se acabó de malograr en un año de virus y fracasos al mantener políticas desacertadas en contra de realidades que no admiten sueños personales. Con todo, el caso del sudamericano tiende a aportar precedentes para el desesperado presidente acá.
Y, bueno, el subsecretario de Salud no merece tanto espacio como el peor funcionario público que he visto en décadas de experiencia interna o atenta observación desde fuera: poco apto, cobarde, soberbio, equivocado, oportunista, mentiroso, incongruente, tortuoso, ideologizado y, en suma, contraproducente. Claro, con la penosa responsabilidad que recae sobre su jefe real.
De AMLO se ha escrito mucho, quizá ya demasiado, y aquí sólo husmeo en su perspectiva final. Pretende “transformar” el país sin sangre ni factibilidad… sin idea ni congruencia a partir de ilusiones, mentiras o fantasías. No lo ha logrado ni lo va a lograr; tampoco se ve dispuesto a matizar su campaña destructiva.
Esto nos lleva a la tozudez o ingenuidad de Allende, un médico marxista que llegó a la presidencia con 36.6% de la votación en 1970 al cuarto intento. Se volcó a ejecutar sus ideas sin un mandato para todos esos cambios y, aunque de inicio subió su popularidad (64.1% en 1972), la polarización y las tensiones se desbordaron. A raíz de estatizaciones, aumentos salariales, controles de precios, vuelcos legislativos, menores inversiones y abusos monetarios, no tardaron en surgir problemas económicos que se acentuaron por otras medidas similares.
Se cayó así en una grave crisis política y económica, con un golpe sangriento del ejército que sepultó la ilusión del proyecto. Se hacen evidentes las semejanzas o diferencias, y ciertos puntos pueden ser de utilidad acá ante el predominio que busca la llamada 4T.
Miren ustedes, debo decirlo, lamento que las últimas Mañaneras nos anticipan un agravamiento en la economía y diversos conflictos para un 2022 que se enreda entre dos mundos.
* QUIERO COMENTAR UNOS DATOS sobre la libertad económica, hoy encarnados por los 10 países que más respetan la propiedad privada: Finlandia, Suiza, Nueva Zelanda, Australia, Japón, Suecia, Noruega, Luxemburgo, Países Bajos y Canadá, en forma descendente. De todas las economías se desprenden criterios relevantes.
Este escribano ya conocía varias clasificaciones de 2019, pero ahora toman el conjunto de 36 países miembros de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), a la que pertenece México. A ea docena superior la completan el 11, Estados Unidos, y el 12, Dinamarca (que tanto atrae al presidente mexicano).
Con la tercera parte en medio vienen Reino Unido, Alemania, Francia, Israel y Chile, mientras que en el tercio inferior están Corea del Sur, España, Italia y los últimos tres: Turquía (el 34), México (35) y Grecia (36), muy por debajo de los demás. Aun con salvedades, dos son las conclusiones esenciales.
- Se confirma la clara correlación entre, por un lado, mercados libres con activos participantes privados y, por otro, un mejor historial de crecimiento económico (inversión) y bienestar social del país. A menor injerencia del Estado en la economía, se observan posiciones más elevadas en la capacidad competitiva de esa nación, su estado de Derecho, su nivel de vida y su reducida corrupción, lo cual se atenúa conforme se limita el libre acceso a los mercados.
- En México no se ven excesos en cuanto a privatizaciones o estrategias “neoliberales” (mercados abiertos, inversión privada, equilibrio fiscal, autonomía monetaria, libre comercio). Tampoco se justifican aquí los ataques presidenciales, aunque se den en el discurso más que en la realidad (si bien, en ésta, se intenta forzar una impugnada reforma eléctrica), y, si le quieren achacar corrupción al modelo económico liberal de las naciones exitosas, esa lacra resulta mucho mayor en la Venezuela antiliberal.
Para ninguno de esos países, ni con los 160 en peor situación, hay “otros datos” que invaliden tales comparaciones internacionales. Aún más, es probable que acá todo esto ya habrá empeorado de 2019 a 2021.
cpgarcieral