La quimera, un ser mitológico conformado por partes de distintos animales, ha dejado de ser únicamente una leyenda para convertirse en un fenómeno biológico que se manifiesta en la fusión de embriones de una misma especie, creando organismos que presentan una mezcla genética singular.
En el ámbito humano, este proceso tiene lugar cuando dos embriones, ya sea por fusión o reorganización, se unen para formar un solo individuo. Los resultados pueden variar: desde órganos pertenecientes a cada embrión por separado, hasta una distribución mixta en diferentes regiones del cuerpo, como ojos de distinto color, cabello con texturas diversas o pigmentaciones de la piel contrastantes.
Detectar el quimerismo en humanos no es tarea fácil, ya que muchas manifestaciones son imperceptibles y requieren análisis genéticos minuciosos para su detección. Se estima que hasta un 10% de la población puede ser quimérica, según estudios de Robert E. Wenk en 2018.
Este fenómeno no es exclusivo de los seres humanos; en animales, como gatos o ratones, también se han observado casos de quimerismo. Además, el ginandromorfismo, donde la mitad del organismo es macho y la otra hembra, es común en diversos especímenes, desde insectos hasta aves.
En el ámbito científico, el interés por controlar el quimerismo ha crecido notablemente. Generar animales quiméricos «a la carta» sería una ventaja en investigaciones genéticas y enfermedades, permitiendo estudiar los genes y su implicación en procesos específicos.
En 1989, se logró la técnica de quimerismo in vitro en ratones, permitiendo modificar genéticamente partes del cuerpo mediante la manipulación de células madre embrionarias. Esta hazaña llevó a premios Nobel y marcó un hito en la ciencia.
Recientemente, investigadores han alcanzado un nuevo nivel al crear un mono quimérico con un alto porcentaje de mezcla celular, representando un avance significativo en la comprensión de enfermedades neurológicas y la medicina regenerativa. Este logro abre nuevas posibilidades en el estudio detallado de tejidos y en la conservación de la diversidad genética.
La quimera, una vez exclusiva del ámbito mitológico, ahora despierta el interés y la fascinación en la ciencia, allanando el camino para nuevos descubrimientos y aplicaciones en diversos campos de la investigación y la medicina.
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