El viernes 19 de noviembre, Rafael Aguilar Fuentes, mejor conocido como El Chiquilín, fue protagonista de una treta orquestada por policías municipales, supuestamente al servicio de Xavier Nava, con la intención de confrontar al alcalde de la capital, Enrique Galindo, con el gobernador Ricardo Gallardo.
La historia
El polémico activista, ahora exdirector del Archivo Histórico, fue detenido esa noche acusado de agredir a una agente de Seguridad Pública Municipal, de conducir en estado de ebriedad y de faltas a la autoridad, por lo que, tras una supuesta persecución, fue remitido a la Comandancia Central, conocida como Acrópolis.
Los hechos se convirtieron en un escándalo inmediato; de manera oficial, el Ayuntamiento y el Gobierno del Estado confirmaron la detención de El Chiquilín y todo lo que se especulaba en redes sociales, pero existe otra versión que lleva a concluir la perversidad de un complot para confrontar al alcalde capitalino y al gobernador.
Cámaras de seguridad de la zona captaron las maniobras de los agentes en los que, inclusive, participan dos conocidos periodistas.
Un parte informativo, que no vio la luz, reveló que El Chiquilín había asistido a una comida con funcionarios de primer nivel en el restaurant Trashumante ubicado en la avenida Carranza. Ahí, aproximadamente, a las 7:30 pm, lo recogió su chofer en un vehículo particular y se dirigieron hacia la avenida Himno Nacional. Al llegar a la intersección con Tatanacho, El Chiquilín se percató de que dos jóvenes en motocicleta habían sido retenidos por la agente Lucía Torres, así que descendió del vehículo y le pidió que los dejara ir luego de que los chicos le informaron que los agentes les querían quitar la moto.
En forma acomedida, El Chiquilín se acercó a la policía que hostigaba a los jóvenes y le dijo: “Jefecita, déjelos ir. En cada esquina siguen deteniendo a ciudadanos. Galindo dijo que eso ya no iba a pasar, que acabarían los abusos”. La oficial respondió que detuvo a los motociclistas para revisar el número de serie, toda vez que se han presentado muchos robos, además de que quería revisar la vigencia de la licencia de conducir.
Lucía Torres dejó ir a los jóvenes y, en tono molesto, le advirtió a El Chiquilín, que estaría pendiente. Aparentemente, cada quien siguió su camino. El exfuncionario y su chofer se dirigieron a una famosa taquería ubicada frente a Plaza Fiesta, sobre Himno Nacional. Al ver que estaba saturada, prosiguieron a otro negocio similar ubicado cuadras adelante, pero ese establecimiento tenía todavía más gente por lo que decidieron regresar hacia Plaza Fiesta, sin saber que, en el cruce con Xicoténcatl, había un retén de seis camionetas y motopolicías portando armas largas para detenerlo, esposarlo y remitirlo a los separos de la Comandancia Central. Su chofer también fue detenido.
En videos, en poder de Código San Luis se aprecia, se aprecia cuando El Chiquilín y su chofer son detenido y cómo las patrullas llegan raudas y veloces al lugar de los hechos para montar un despliegue que potenciaron en espera de una transmisión en vivo que urgían en sus chats de WhatsApp antes de que los jefes se dieran cuenta.
En esos mismos videos, se observa que cuatro policías revisaron la camioneta, propiedad del ahora exfuncionario, y cómo una mujer policía, con habilidad quirúrgica, le sustrae el celular de entre las ropas. Los complotistas se movías de un lado a otro teléfono en mano, Whats activado, reportando las incidencias. Concluida la misión, el detenido fue conducido hasta un bodegón en la zona Abastos, ahí, doblados de risa, los policías le reportaban al propio Chiquilín que “se lo habían chingado y que Gallardo ya lo había corrido”.
Contrario a las versiones que el propio Ayuntamiento y el Gobierno difundieron, El Chiquilín ni estaba ebrio ni se puso violento, de manera que exigió que se le ingresara formalmente ante la autoridad competente y que se le sometiera a los exámenes antidoping y antialcohol. Como graciosa concesión, los agentes liberaron a su chofer, previo pago de 400 pesos, y a él lo retuvieron hasta el día siguiente; 20 de noviembre.
El complot no prosperó, aunque, de entrada, el gobernador Gallardo y el alcalde Galindo creyeron en sus subordinados; Gallardo destituyó a El Chiquilín y Galindo dejó correr el procedimiento administrativo que pudo costarle la buena relación que está construyendo con el mandatario estatal.
Pasados los días, todo se aclara y se desnuda un intento de complot, más contra Galindo que contra Gallardo.