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Celebra distinto este día del niño

Por Estefanía López

Cada año, al acercarse el Día del Niño, muchas familias sienten la presión de buscar el regalo perfecto, llenar la jornada de actividades llamativas o llevar a los pequeños a eventos cargados de luces, ruido y estímulos. Las vitrinas se llenan de juguetes, los anuncios bombardean con ofertas y pareciera que, para celebrar bien, hay que gastar mucho y hacer más. Sin embargo, lo que realmente necesitan los niños es mucho más sencillo: conexión, tiempo de calidad y experiencias que les dejen huella emocional, no necesariamente cosas.

Celebrar de forma saludable implica poner el foco en lo que verdaderamente hace feliz a un niño: sentirse amado, valorado y escuchado. No es raro que, tras un día lleno de hiperactividad, dulces, pantallas o juguetes nuevos, muchos niños terminen irritables o sobreestimulados. Y es que el exceso de estímulos no equivale a mayor felicidad, sino muchas veces a agotamiento emocional y desconexión interna.

En lugar de centrar la celebración en el consumo, podemos reimaginar el Día del Niño como una oportunidad para reconectar. ¿Qué tal si este año el regalo es una experiencia compartida? Una tarde cocinando su comida favorita, una manualidad juntos, una salida a la naturaleza, o incluso simplemente una conversación larga sobre sus sueños y miedos. Estas vivencias, aunque simples, tienen un impacto profundo en la autoestima y la seguridad emocional de los niños.

Desde la psicología infantil, sabemos que el juego libre, el tiempo sin estructura y el acompañamiento afectivo son esenciales para el desarrollo sano. Un niño que puede ser él mismo, sin presiones externas ni expectativas de rendimiento, se siente validado y seguro. Celebrar su día también puede ser una excelente excusa para hacerles sentir protagonistas, dejar que elijan una actividad especial o que cuenten cómo les gustaría pasarla.

Otra forma hermosa de celebrar es fomentar el dar, no solo el recibir. Invitar a los niños a armar un regalo para alguien más, hacer tarjetas para sus amigos o incluso donar un juguete en buen estado, les enseña empatía, gratitud y solidaridad, valores fundamentales para su bienestar emocional a largo plazo.

El Día del Niño no debería ser una competencia de regalos, sino una oportunidad para celebrar la infancia en su forma más pura. Hay que recordar que lo que deja huella no es lo material, sino lo emocional: el adulto que se arrodilla para mirar a los ojos, el que juega sin mirar el reloj, el que abraza sin razón. Ese es el verdadero regalo.

En definitiva, menos consumo y más conexión. Menos ruido y más escucha. Celebremos la niñez no con exceso, sino con presencia. Porque en el fondo, lo que los niños más quieren no cuesta nada, pero lo vale todo.

 

Estefanía López Paulín
Contacto: psc.estefanialopez@outlook.com
Número: 4881154435

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