
Aunque el Gobierno del Estado intentó evadir la realidad y mantener en secreto el aumento que ya se veía inminente a las tarifas del transporte público, tarde o temprano tenía que consumarse y, dado que existe una fecha límite para concretar el aumento, la noche de este martes 14 de enero se reveló que, en efecto, hubo un ajuste de un pesito para quedar en una tarifa estándar de 12.50. La noticia, obviamente, no fue bien recibida por los potosinos que, en breve, enlistaron la larga lista de deficiencias que enfrenta el servicio.
Para suavizar la noticia, difundieron el rumor de que los concesionarios estaban pidiendo un aumento de dos pesos. Bueno, quizá no fue rumor. Ya conocemos a esa gente y sabemos de sobra lo vivillos que son, pero no hay manera de que un aumento a un servicio como este sea bien visto por los usuarios. No hay forma, porque son muchas las deficiencias, porque no ha mejorado ni poquito, porque la atención es de lo peor que puede haber en el mundo.
Sí, es cierto que se requieren de recursos para mejorar las unidades, pero ese ha sido el argumento de siempre y, cada año, luego del aumento, prometen que se renovarán, que se van a atender los problemas y que ¡Pum! Tendremos transporte de primer mundo. Nunca ha pasado. Por eso, esa promesa ya se ve como excusa y no permea entre los potosinos.
Conductores groseros, frecuencias imprecisas y retrasos enormes, unidades viejas y descuidadas. Que el conductor o devuelve los 50 centavos, que no me bajó donde yo quería, que ya frenó en seco y me le fui encima al de al lado. El transporte público parece ser una aventura de alto riesgo y se agrava con la operación de carteristas que no pierden oportunidad para bolsear a cualquier descuidado.
La nueva tarifa es de 12.50 pesos para usuarios regulares, el prepago da ventajas y la tarifa especial quedó en poco menos de la mitad, pero de que hay molestia, la hay. Para calmarla, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes tiene que garantizar que el recurso adicional que se le estará cobrando a los usuarios se usará en la mejora real y sustantiva del servicio. A ver si es cierto.
Cavilaciones:
Primera: El precio de la tortilla en San Luis Potosí está en 26 pesos, pero podría alcanzar los 32. En la industria hay nerviosismo porque, luego del 20 de enero, cuando Donald Trump tome posesión del gobierno de Estados Unidos, el maíz podría encarecerse y eso obligaría a los productores a ajustar el precio ¡Miau!
Segunda: El robo la boutique Vita Imports prendió todas las alarmas en el comercio de la capital potosina. El hurto se consumó en sólo siete minutos, según contó el propietario en redes sociales. La víctima lanzó una serie de mensaje en su cuenta de Instagram para pedir encarecidamente a la gente que «no compre robado». Ya estarían las instancias de prevención haciendo una campaña con ese slogan.
Tercera: En MORENA, andan varios loquitos ofreciendo delegaciones federales que sirven para dos cosas. La única que nadie quiere es la de IMSS Bienestar porque dicen que, ahí, el doctor Daniel Acosta, está bien a gusto disfrutando las mentadas por su ineptitud para el cargo. Los recordatorios del 10 de mayo proceden, lo mismo de derechohabientes, que de personal médico, enfermeras, proveedores, especialistas, pasantes, trabajadores sociales y hasta de los intendentes ¡Grrrrrrr!