La conductora Paty Chapoy desató esta semana una gran polémica por una serie de comentarios negativos contra la cantante Yuridia, quien aseguró que estos ataques mediáticos son desde hace varios años. Los señalamientos más contundentes son en referencia al aspecto físico de la exintegrante de La Academia, los cuales fueron catalogados como “gordofóbicos”.
Yuridia aclaró a través de sus redes sociales el gran impacto emocional que le causó que en el programa de Chapoy se hablara sobre su aspecto físico. Esto llegó a un siguiente nivel, cuando la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim) emitió un llamado a la conductora de televisión a abstenerse de hacer ese tipo de comentarios.
Aunque Paty ofreció una disculpa pública (de manera muy fría) por los señalamientos, previo al comunicado de la Conavim los compañeros de su programa argumentaron que este tipo de comentarios son “gajes del oficio”, un precio que tenía que pagar Yuridia por estar en los escenarios.
Esta situación debe servir como un precedente sobre cómo se debe rediseñar la fuente de espectáculos en el periodismo mexicano.
Es urgente promocionar la capacitación en temas de género, violencia y derechos humanos, esto con la intención de evitar desde este tipo de señalamientos como el caso Yuridia hasta que las noticias giren en torno a prejuicios, chismes y descalificaciones.
También es necesario modificar el modelo de negocio del entretenimiento en el país, esto con una mejora en la calidad de los contenidos y que no dependa de la vida personal de los artistas. El filtro sobre qué es de carácter e interés público es un buen punto de partida.
Las figuras mediáticas también conservan su derecho a la privacidad y no tienen por qué holgarla como castigo. El acoso de los medios de comunicación puede derivar en revictimización, acciones violentas o ausentes de género. Los editores y jefes de información, así como los dueños de las empresas periodísticas, deben estar conscientes sobre los límites a los que pueden llegar su plantilla reporteril. No hay por qué cuestionar o prejuiciar a alguien por su aspecto físico u hostigar con preguntas insensibles a los deudos en pleno funeral con una cámara detrás.
Los medios de comunicación también juegan un papel importante en la reproducción de mensajes machistas, violentos o gordofóbicos hacia su público. Este ciclo de ideas, pensamientos y expresiones políticamente incorrectas forman parte de un gran sistema que se reproduce por contexto, historia, familia y lugares públicos. El área de oportunidad está en que los mass media eleven la calidad de sus contenidos y ayuden a promover nuevos cambios de paradigma.
Al retomar dos de las seis funciones básicas de los medios de comunicación que propuso Malcolm Wiley en su teoría funcionalista, que son educar y orientar, hay la oportunidad de proponer nuevos discursos que vayan acorde a esta lucha social en favor de la conciencia de género, la no violencia, el respeto y varios derechos humanos elementales.
La discriminción por padecer obesidad o sobrepeso es una realidad en México, tan solo la Encuesta Nacional sobre Discriminación de 2017 recabó que esta condición está entre los principales motivos de ser discriminado en el país. Además, el 72.3% de los referidos en la Encuesta sobre Discriminación en la Ciudad de México de 2021 dijo que sí existe exclusión hacia las personas con sobrepeso. No hace falta remarcar o reproducir este tipo de prejuicios en televisión o redes sociales, menos con líderes de opinión como Paty Chapoy.
Tras las fuertes críticas a la conductora de espectáculos, ojalá este sea el punto de inflexión donde las audiencias orillen a los medios de comunicación a reformular su contenido y llevarlo al siguiente nivel.