Mi sueño era estudiar, y para poder hacerlo tenía que ganar dinero en tu tienda.
Me esforcé por ser un buen elemento. Fui servicial y diligente en todo lo que mis compañeros con mayor jerarquía me solicitaron, porque yo estaba acostumbrado a merecer lo que me pagabas.
Si has reparado en mi existencia es porque las condiciones inseguras dentro de tu establecimiento me arrancaron la vida.
Esto representa para tu negocio una atención que no te favorece.
Sé lo redituable que es contratar jovencitos como yo, pues representamos mano de obra barata que no se queja y que se conforma con mini salarios, apenas para irla pasando.
Para tí solo fuí un empleado más, tú no echarás de menos mi ausencia. Pero quiero que reflexiones en las otras personas que trabajan para tí.
Piensa que son importantes para sus familiares, y que si les ocurre algo hay quien sufrirá con ellos y por ellos, como en este momento tan amargo sucede con los míos.
Te pido que seas justo y no hagas que mi madre se endeude para pagar mi funeral.
Ya no estoy para ayudarla y cuidarla, pero confío en que tú serás consciente y respetarás mis derechos como marca la ley, no quiero más pero tampoco menos.
No mandes a tus empleados a resolver, te pido que seas tú quien esté cercano a mi asunto. Si mandas a otros es probable que no te des cuenta de todo lo que tienes que mejorar.
Por último, espero que lo que me pasó sirva para hacer respetar las condiciones de trabajo de miles de personas que, como yo, hacen crecer y florecer la economía de nuestra ciudad y contribuyen a su desarrollo.
Gerardo.