Los hijos de Isabel II, encabezados por el rey Carlos III, velaron el viernes el féretro de su madre en Westminster Hall, la capilla ardiente para la que muchos británicos están dispuestos a esperar en colas de más de 20 horas.
Con rostros circunspectos, Carlos III, de 73 años, y sus hermanos Ana (72), Andrés (62) y Eduardo (58) entraron en el majestuoso salón, la parte más antigua del Parlamento británico, y en un silencio sepulcral avanzaron hasta el féretro.
Subieron ceremoniosamente tres de los cuatro peldaños rojos sobre los que está situado el catafalco y se colocaron a sus cuatro costados, con la cabeza gacha de espaldas al féretro.
Allí permanecieron 12 minutos, ante la mirada atenta de los británicos que seguían desfilando frente a los restos de la reina para darle su último adiós. Después, abandonaron el salón con la misma solemnidad.
Conocida como «La Vigilia de los Principes», está tradición se remonta a 1936, cuando los cuatro hijos de Jorge V montaron guardia sin avisar en torno a su ataúd.
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