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Aladdín y la lámpara maravillosa

Recientemente se estrenó en cines la película Aladdín y es cien por ciento recomendable, no solo para los niños, sino ora cualquier persona, eso si, hay que verla no con los ojos físicos, sino los del alma, es, como dijo un amigo “una película milagrera”.
La historia es la típica y ampliamente conocida: un genio que concede tres deseos. Pero muestra más, mucho más, no es solo que el bien triunfa sobre el mal, sino que dice, a quien quiso escuchar, qué hay que encadenar nuestro ego y liberar nuestro genio. Así de simple.
Cuando Aladín logra engañar al villano y hacer que por su ambición quiera ser tan poderoso como el genio de la lámpara, lo encadena, esclaviza y condena a mil años encerrado en la lámpara. Por el contrario, cuando otorga la libertad al genio, le da rienda suelta a los sentimientos que nos hacen humanos y que en la película se personifican en el genio liberado.
Todos tenemos un ego que encadenar, pero a veces le damos libertad para guiar nuestras vidas, lo que, a la larga, puede traernos problemas, pues el ego siempre va a querer más, de lo que sea: más dinero, más reconocimiento, más posesiones materiales, cada vez va a querer sentirse más poderoso aunque para lograrlo deba pasar por sobre las personas que queremos, por eso debemos tenerlo encadenado, es decir controlado, dominado y enjaulado y utilizarlo solo cuando nos sea útil hacerlo.
Por el contrario, si liberamos el genio qué hay en nosotros seremos más creativos, más honestos, mas libres, más humanos y más felices, porque haremos lo que nuestro interior nos está dictando y la Creación es tan maravillosa y divina que no puede equivocarse.
Hay que ver la película Aladdín con los ojos del alma y pasar no solo un buen rato frente a la pantalla, sino aprender a encadenar el ego y liberar el genio qué hay en nosotros.
Hasta la próxima.

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