Los canguros, los marsupiales más grandes del mundo, son auténticos emblemas de la fauna australiana. Estos sorprendentes animales, exclusivos de Australia, destacan por sus colas musculosas, patas poderosas y orejas puntiagudas. Como todos los marsupiales, las hembras poseen una bolsa de piel donde alojan a sus crías hasta que estas pueden valerse por sí mismas.
Su evolución en los áridos paisajes australianos les ha dotado de características únicas. Con grandes y musculosas patas traseras, los canguros son expertos saltadores, lo que les permite recorrer largas distancias con mínima energía, ya sea en busca de alimento o agua.
Dentro de la familia Macropodidae, que incluye a los canguros arborícolas y los cuocas, destacan cuatro especies populares: el canguro antilopino, el canguro rojo, el canguro gris occidental y el canguro gris oriental. El canguro rojo, el más grande, puede alcanzar hasta 1,6 metros de longitud y pesar más de 90 kilogramos, con una impresionante habilidad para saltar y correr.
Cada especie de canguro muestra preferencias distintas en cuanto a hábitat. Desde pequeños nidos en el suelo hasta bosques tropicales o eucaliptos, los canguros adaptan sus hogares según sus necesidades. Estos herbívoros se alimentan de una variedad de plantas y, curiosamente, regurgitan y remastican su comida al igual que las vacas. Además, tienen formas peculiares de adaptarse al entorno, como lamer sus patas para refrescarse o girar sus orejas para detectar sonidos imperceptibles para otros animales.
Sin embargo, incluso con su adaptabilidad, los canguros enfrentan amenazas, desde la caza furtiva hasta la pérdida de hábitat debido a incendios forestales. Aunque no están en peligro de extinción, su proliferación ha llevado a las autoridades a suministrar anticonceptivos para controlar su población.