Una revisión científica publicada en The Laryngoscope por investigadores de la Universidad George Washington advierte que el cambio climático intensificará la duración y severidad de las alergias estacionales, particularmente la rinitis alérgica. El estudio analizó 30 investigaciones previas, de las cuales más de la mitad señalan un aumento significativo en la concentración de polen y una extensión en la duración de la temporada alérgica, debido a temperaturas más altas, mayores niveles de dióxido de carbono y cambios en los patrones de lluvia.
De acuerdo con las proyecciones, la emisión de polen podría aumentar hasta un 40% hacia finales del siglo y la temporada alérgica podría prolongarse hasta 19 días más. Esta situación afectará principalmente a personas con asma, niños y personas inmunológicamente vulnerables, con síntomas más intensos y persistentes.
En zonas urbanas, donde hay alta contaminación y menor diversidad vegetal, el efecto es más severo. Plantas como la ambrosía florecen antes y producen más alérgenos, agravando los síntomas en poblaciones expuestas. El impacto económico también es considerable: en Estados Unidos, los costos asociados a la rinitis alérgica superan los 3.400 millones de dólares anuales.
El estudio destaca que el personal médico debe reconocer el vínculo entre el clima y las enfermedades respiratorias para adaptar sus prácticas clínicas. Sugiere una medicina más consciente del entorno, así como políticas públicas enfocadas en ciudades más resilientes y en la vigilancia de enfermedades alérgicas.
El cambio climático no es una amenaza futura, sino una realidad que ya está afectando la salud respiratoria. “Comprender cómo cambia el polen con el clima es también comprender cómo cambia el cuerpo en un planeta que respira distinto”, concluyen los autores de The Laryngoscope.
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