Mientras Estados Unidos y Ucrania se preparan para una reunión clave en Yeda, Arabia Saudita, la atención del conflicto se ha desplazado a la región rusa de Kursk, donde las fuerzas rusas han logrado avances significativos.
El Ministerio de Defensa ruso informó que, entre el 2 y el 9 de marzo, el territorio bajo control ucraniano en Kursk se redujo de 407 a 289 kilómetros cuadrados. La ofensiva en esta región parece responder a una estrategia del Kremlin para expulsar a las tropas ucranias antes del 9 de mayo, una fecha simbólica en Rusia por el aniversario de la victoria sobre el nazismo.
El vocero del Kremlin, Dimitri Peskov, aseguró que la retirada de las fuerzas ucranias es “inevitable”, aunque sin establecer plazos. En respuesta, el comandante ucranio Oleksander Syrskyi negó el riesgo de un cerco total, pero admitió que sus tropas se están replegando hacia posiciones defensivas más favorables.
Mientras tanto, la prensa ucraniana informó sobre un fallido intento de infiltración rusa en la ciudad de Sudzha a través de un gasoducto abandonado, frustrado por fuego de artillería y drones. También se reportan problemas logísticos para las tropas ucranianas en Kursk, ya que las vías de suministro están bajo constante ataque ruso.
La situación sigue siendo incierta, y analistas advierten que la permanencia de tropas ucranianas en Kursk podría convertirse en un error estratégico si no se refuerzan las rutas de abastecimiento.
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