Hay una anécdota que me encanta, es de uno de los músicos más brillantes de la historia, el excepcional pianista y compositor austriaco Johannes Chrysostomus Wolfgangus Theophilus Mozart, a quien siendo “adolescente, se le acercó un muchacho de su edad y le preguntó cómo se componía una sinfonía.
Mozart le contestó que aún debía dejar pasar muchos años de aprendizaje antes de intentarlo.
El joven, molesto con la respuesta, le objetó:
— Pero tú ya componías a los 10 años.
— Sí –respondió sereno Mozart–, pero no tenía que preguntar cómo.”1
El viejo Filósofo ha aprendido que muchas veces es importante no preguntar ¿cómo?; simplemente escucha tu corazón y déjate fluir con el universo, que siempre tendrá cosas espectaculares para ti.
Este viejo campesino, en su ingenuidad provinciana, entiende que es importante trabajar para ser dueño de tu destino, aprende a ser más grande que la adversidad, más poderoso que los problemas, que estos nunca te hagan perder el piso, mucho menos extraviar la paz interior, por eso es importante ejercitarse para tirar viejos resabios, dejar el rencor y el odio a un lado y controlar los impulsos.
Las abuelas me han enseñado que la vida es una fiesta, que hay que aprender a disfrutar y gozar palmo a palmo en el HOY, es ir más allá de sólo acumular años, aprendiendo a darle amor y sabor a estos, porque “la vida sólo puede ser comprendida mirando hacia atrás, pero ha de ser vivida mirando hacia adelante”, es decir la vida es lo que viene, no lo que fue.
En la escuela nos enseñan que la vida es: nacer, crecer, reproducirse y morir, HOY con el paso del tiempo, he entendido que es mucho más que eso, hay que vivir con tanto amor, trabajar con un elevado estado de conciencia y espiritualidad, que te lleve a auto-trascender, “haciendo camino al andar”.
Quien quiera vivir una vida sin problemas se equivocó, aquí los únicos que no tienen problemas son los muertos. Cuando tienes una elevada espiritualidad, entiendes que la adversidad, el dolor y la enfermedad te ayudan a evolucionar, madurar, crecer y fortalecer tu relación con Dios, te auxilian para ver la vida a través de la óptica del amor y con la policromía de la gratitud.
La gente que ha enfrentado problemas graves, como el cáncer y ha logrado salir adelante por los avances médicos y por la fe –que es “la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve”–, aprende que los problemas acercan a la familia, dan humildad, oficio de vida y un elevado estado de conciencia que lleva a ser agradecidos con Dios por el milagro de la salud, de la vida y del pan nuestro de cada día.
Los viejos dicen que “la inteligencia busca, pero quien encuentra es el corazón” y HOY, de corazón quiero agradecer que haya hombres y mujeres que trabajan por el prójimo, que se dedican a dar con amor, que es la mejor manera de drenar la mala vibra, la energía negativa, porque el amor es una extraordinaria manera de conectarte espiritualmente con el banco de la energía, que tiene prosperidad, abundancia de bienes y paz interior para tu vida.
Para concluir, te refiero el letrero que vi en una de mis conferencias por el país, que está lleno de ingenio:
“Cuando te sientas sin ganas de hacer nada…,
de dejar el trabajo de hoy para otro día…,
de posponer tu crecimiento…,
de andar de malas con el entrecejo fruncido…,
de no saludar a nadie…,
de quedarte dormido y tomar la copa todo el día…,
recuerda que siempre estaré ahí para llevarte.
Atentamente: La Chingada.”