
Si pensamos en el otoño, a todos se nos viene a la cabeza la imagen de un paisaje lleno de árboles, con hojas en el suelo, y una estampa de colores cálidos. Son muchos los árboles que pasan desapercibidos durante el resto de estaciones, pero que en el otoño destacan por su belleza y se vuelven los protagonistas de parques y jardines.
En su mayoría, hablamos de árboles de hoja caduca. La característica más especial es que durante el otoño, sus hojas de color verde pasan a lucir colores amarillos, rojizos y naranja, pero que luego, con la llegada del frío más intenso y del invierno, caen al suelo para dejar a los troncos totalmente desnudos. Además, un dato curioso es que estas hojas también tienen su función cuando ya se han caído, pues sirven de comida para el resto de plantas.
Por ello, enlistamos los árboles con las hojas más bonitas del otoño.
Arce
Uno de los árboles con las hojas más bonitas del otoño – y el más conocido – es el arce. Con más de 160 especies, estos árboles son comunes en Europa, Asia y Norteamérica. De hecho, su hoja aparece en el escudo de la bandera de Canadá.
Estos árboles florecen a finales de invierno o principios de la primavera, para que sus hojas rojizas caigan en el otoño. Además, son una importante fuente de polen y néctar para las abejas, y su madera es utilizada para construcción y fabricación de instrumentos musicales debido a su dureza y resistencia.
Abedul
Otro de los árboles con las hojas más bonitas del otoño es el abedul, cuya hoja caduca es todo un espectáculo cuando llegan los meses otoñales, ya que su follaje adquiere tonalidades únicas que van del amarillo al marrón.
Originario de Europa y Asia, este árbol puede alcanzar entre 10 y 30 metros de altura, y su valor ornamental aumenta cuando las hojas adquieren tonos amarillentos antes de caer. Además, su corteza blanca hace que resulte muy decorativo.
Avellano de bruja
El avellano de bruja es uno de los árboles con las hojas más bonitas del otoño, gracias a los tonos cobrizos que sus hojas adquieren durante esta estación.
Originario de Norteamérica, el avellano de bruja crece en bosque húmedos o empantanados. Además, este árbol se llena de flores amarillas de intenso olor, las cuales llegan a verse incluso en diciembre.
Gingko
Uno de los árboles que ha sobrevivido por siglos en China es el Ginkgo, considerado una especie sagrada y cuyas hojas son de las más bonitas del otoño.
Este árbol de hasta con 35 metros de altura, copa estrecha y corteza pardo-grisácea, tiene hojas que se asemejan a pequeños abanicos verdes que cambian de amarillo a dorado durante el otoño.
Roble americano
Conocido como roble americano o roble rojo, es árbol es originario de Norteamérica, concretamente del noreste de Estados Unidos y el sureste de Canadá, y tiene una de las hojas más bonitas del otoño.
Con una altura de hasta 35 metros y corteza agrietada y grisácea, sus hojas son grandes, con bordes agudos, y resaltan por sus colores rojizos en el otoño, los cuales permanecen hasta entrado el invierno.
Ciprés calvo
El ciprés calvo o ciprés de los pantanos, es uno de los árboles con las hojas más bonitas del otoño. Originario de Estados Unidos, es muy abundante en los humedales del sur del país.
Una de sus características es que posee raíces aéreas, ya que se considera como una conífera caducifolia que puede alcanzar los 40 metros de altura. Con estructura piramidal, tiene un follaje plumoso, el cual se torna a tonalidades doradas antes de caer en otoño.
Carpe
Originario del oeste, centro y sur de Europa, el carpe es también uno de los árboles con las hojas más bonitas del otoño, ya que estas se vuelven amarillas y doradas en el otoño.
A pesar de ser un árbol pequeño árbol que raramente llega a los 30 metros de altura, es un árbol de sombra, que generalmente puede encontrarse en los bosques templados.
Álamo
Finalmente, el álamo es uno árboles con las hojas más bonitas del otoño, al ser originario de Europa, Asia y el norte de África.
Son árboles muy ornamentales, ya que sus troncos son de color blanco mientras que sus hojas se tornan amarillas en el otoño. Por ello, es muy común verlos bordeando caminos en algunos parques de grandes ciudades.