Con tan poco tiempo después de concluir el proceso electoral y con las aguas tan revueltas en las que se desarrolla el escenario político, es difícil llegar a una conclusión clara y certera, sin embargo, si se pueden hacer algunas aproximaciones bastante interesantes.
De primer momento es necesario decir que las elecciones que se desarrollan fuera de los tiempos electorales federales siempre obedecen a lógicas muy locales, por lo que los sucesos nacionales tienden a no interferir demasiado, por lo que en una primera aproximación podemos decir que lo de Coahuila e Hidalgo, no debe ser visto como regla general en una antesala de la elección del 2021.
Si reconocemos que los resultados electorales fueron obedeciendo la lógica local, debemos tener como punto de partida que los Estados de Coahuila e Hidalgo nunca han vivido una alternancia política, por lo que el PRI sigue siendo una especie de partido oficial, que le permite alimentar una estructura que lleve a cuestas los procesos electorales.
Con este apunte anterior, podemos sacar una segunda conclusión: el domingo no ganó el partido más competitivo en el ámbito federal, sino que ganó el que contaba en lo local con mayor estructura electoral.
Incluso si recurrimos al PREP de Coahuila, el computo registra una participación ciudadana de solamente el 39.3% y es ahí donde el PRI habla de carro completo en los Distritos Electorales; mientras que en Hidalgo la participación fue el 48.86% y ahí en los ayuntamientos se ve un poco más de pluralidad en cuanto a los triunfos electorales.
Con estos resultados claro que el PRI tiene mucho que celebrar, después de dos años electorales catastróficos, el hablar de carro completo en Coahuila y retener fuerza en Hidalgo no es cosa menor, pero tampoco puede la dirigencia caer en la falacia de que el partido se encuentra en proceso de recuperación, ya que dicha afirmación dista mucho de la realidad.
Hace algún tiempo un maestro me enseño: Al PRI no lo des por muerto aún estando en el ataúd, solamente puede morir hasta que la caja este enterrada. Esto fue lo que vivió el Revolucionario el domingo, detuvo su descenso a la fosa y recibe una bocanada de oxigeno que le permitirá negociar en el próximo proceso electoral, pero aún carga sobre sí el lastre de los desastres políticos de sus pasadas administraciones tanto locales como la federal.
Por otro lado, el PAN y MORENA se disputan el espacio del perdedor, pero esto también merece un apunte especial, porque en una primera aproximación, parece que MORENA es el más golpeado en este proceso aunque el PAN debe empezar a replantear su estrategia para el siguiente año.
Para MORENA el PAN fue quien más perdió, por un retroceso en cuanto a la votación total en esas entidades federativas ya que ahora ya no ocupa de manera exclusiva la segunda fuerza política, sin embargo, mucho se habla del voto útil para que MORENA no siga ocupando espacios, si tomamos en cuenta está referencia, ese voto útil abonó al carro completo del PRI y al retroceso del PAN, ya que la gente preferiría que votar por el “menor peor” con tal de que no ganara MORENA
De ser esto correcto, la lucha electoral del 2021 de la oposición se va a centrar en definir quien es el segundo lugar que puede asegurar el triunfo sobre MORENA, pero ello también va tener una relación directa con la lógica local, en Coahuila el Gobernador del PRI dista mucho de ser un aliado de AMLO, en otros Estados el PRI se sometió al poder presidencial, por lo que el PAN deberá mostrarse como ese gran opositor que el PRI no quiere ser y con ello garantizaría en 2021 ser mucho más competitivo que el PRI-MOR.
En este sentido el resultado de este año podría convertirse en una lección para el PAN y todos aquellos que quieren ser la oposición real en este Gobierno, ya que deberán buscar candidatos competitivos aún fuera de sus estructuras, pero que se muestren dispuestos a dar batalla al poder del Presidente.
Por su lado MORENA sigue siendo un partido sin vida, el Presidente es su única fuente de poder, por lo que al no aparecer AMLO en la boleta electoral MORENA no convence, a ello se debe sumar el desgaste que se tiene en la renovación de la dirigencia y su exceso de confianza en los programas sociales.
Es lógico que MORENA vive además el desgaste del propio Gobierno Federal, y su discurso triunfalista de: “haber avanzado en posiciones”, se contradice con el retroceso en votos que tuvieron del 2018 al 2020; sumado a ello el “no reconocer” los resultados electorales solo sigue mostrando un MORENA que no cree en la democracia, ni tiene confianza en los ciudadanos, alentando más la necesidad del “voto útil”.
Así con este último apunte es claro que MORENA debe cambiar el rumbo porque en el 2021 se renuevan 15 Gubernaturas y en esas Entidades la lógica será meramente local, por lo que AMLO poco podrá influir en el triunfo o en la derrota; ya que en este momento es claro que los programas sociales aún no se transforman en votos efectivos para el partido gobernante y para colmo MORENA dejo de ser visto como el gran Goliat invencible.
Para el PRI solo queda claro que los resultados gubernamentales en estos dos Estados serán su carta de presentación, porque la única conclusión es: HOY NO GANÓ EL PRI, PERDIÓ MORENA.