El tema del suicidio para los japoneses es una acción responsable, tanto, que se considera en épocas pasadas como parte de sus tradiciones nombrada como harakiri, la muerte honorable. La cultura japonesa se caracteriza por ser muy ordenada y discreta; es escalofriante que con el tiempo hayan establecido un lugar especifico para terminar con sus vidas.
En el aparcamiento del monte Fuji, es muy común encontrar vehículos con apariencia de abandono, pues la visita que han hecho algunos japoneses no incluye el retorno a sus hogares.
Ciudadanos han colocado un anuncio que dice lo siguiente: tu vida es un hermoso regalo de tus padres. Por favor piensa en tus padres, hermanos e hijos. No te lo guardes. Habla de tus problemas. Desafortunadamente, estos mensajes no han sido de mucha ayuda, ya que la tasa de suicidios en Aokigahara por hombres de entre 20 y 44 años, prevalece hasta estos días.
Grupos de personas se han organizado para adentrarse en el mar de árboles en busca de personas para convencerlos de no terminar con su vida, sin embargo, por la gran extensión y por las altas posibilidades de perderse al profundizar en esta área forestal, ya que la señal telefónica es nula.
Pueden pasar días, semanas, meses o años para localizar a un cadáver y entregarlo con sus familiares para una sepultura. Se ha vuelto muy común encontrar sogas colgando de las ramas de los árboles, así como envases de pastillas, armas, entre otros instrumentos para privarse de la vida.
El Aokigahara es un bosque tristemente famoso por los casos de jóvenes que han decidido terminar con su vida en completa soledad, redes sociales y organizaciones esperan generar conciencia para que se reduzcan los casos de suicidio en Japón.
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