Cuentan que corría el año 1870 cuando Benito Juárez se empeñaba más en conservar el poder que en reformarlo. En aquel entonces, un inconforme rebelde de nombre Manuel Negrete decidió levantarse en armas para tratar de derrocar al Presidente. Con un débil y poquitero ejército, era anunciada y evidente su derrota. El ejército oficial juarista estaba comandado por un incondicional amigo de Don Benito: Sóstenes Rocha. Como es lógico pensar, el ejército oficialista venció en menos de un día al mal afamado señor Negrete.
El anecdotario cuenta que Sóstenes Rocha —general del ejército juarista— y Manuel Negrete —el rebelde— eran compadres. Cuando Sóstenes venció a su compadre Negrete, Don Manuel salió corriendo y logró escapar del combate. Casi al amanecer llegó a pedir refugio al lugar a donde nadie podría ir a buscarlo: la casa de su compadre, el General Rocha.
Al día siguiente, cuando Don Sóstenes se percató de que el derrotado había dormido en su casa pidiendo socorro, sólo pudo reírse y confirmarle la lealtad a su amistad: no lo entregaría ni lo fusilaría, algo que Juárez ordenaba con frecuencia para quienes se le sublevaban.
Esa mañana, el Presidente Juárez caminaba por el patio central de Palacio Nacional. Cuando el General Sóstenes Rocha llegó a darle el resultado de su combate contra Manuel Negrete, lo primero que Juárez preguntó fue:
—¿Y el rebelde de Negrete dónde quedó?—
Sóstenes Rocha respondió:
— Manuel Negrete se ha salvado, Señor Presidente. —
Juárez un tanto enojado y casi a grito abierto, preguntó:
—¿Cómo?¿Acaso huyó?
—No, señor Presidente. Manuel se salvó y fue a pedir refugio a mi casa. —
—¿Es muy su amigo, verdad? — Con ceño fruncido cuestionó otra vez Juárez.
—Sí, señor. Usted sabe bien que Manuel no sólo es mi amigo, sino también es mi compadre. —
Juárez continuó su paseo enojado y un tanto pensante. El General Sóstenes Rocha, caminaba a su lado esperando temeroso recibir instrucciones del Presidente. La vida de su amigo estaba pendiente de un hilo.
Minutos después, Juárez se detuvo y con voz ya tranquila ordenó a Rocha:
—Cumpla Usted su labor, General. —
— ¿Cómo? — asustado preguntó Rocha —¿Quiere Usted que lo entregue para que lo fusilen? —
—No, General— afirmó tajante el Presidente Juárez. —Lo que le pido es que cumpla Usted su deber de amigo. Lo felicito. Puede retirarse. —
En la vida las amistades son importantes y al final de cuentas, la vida siempre debe de ser valorada por sobre cualquier conflicto. Quienes en vida tienen amigos, valoran el don de la lealtad y la bendición de la vida, tarde o temprano tendrán asegurado un lugar privilegiado en la historia.
Es importante nunca olvidar que la justicia es la idea de perfecta amistad que debe reinar entre todos los hombres.
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