Este 20 de junio marca un evento astronómico crucial para el hemisferio norte: el solsticio de verano. Según el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE), a las 14:49 hora del centro de México, el Sol alcanzará su punto más alto en el cielo, dando inicio oficialmente al verano.
El solsticio de verano ocurre cuando el Sol alcanza su posición más al norte en la eclíptica, trayendo consigo el día más largo del año en el hemisferio norte y la noche más corta. Este fenómeno se debe a la inclinación del eje de la Tierra, que actualmente se encuentra inclinado 23.4 grados hacia el Sol. Este ángulo provoca que los rayos solares incidan de manera más directa sobre el Polo Norte, generando condiciones climáticas características de la temporada estival.
«El solsticio es un momento especial en la órbita terrestre», explica Julieta Fierro Gossman, investigadora del Instituto de Astronomía. «Es cuando el Sol parece detenerse en su movimiento hacia el norte o sur, dependiendo del hemisferio».
Culturalmente, el solsticio ha tenido un papel significativo en diversas civilizaciones, incluyendo las mesoamericanas. Para estas culturas, el cambio de estación no solo marcaba un ajuste en el clima, sino también el inicio de periodos cruciales para actividades agrícolas y ceremoniales.
A nivel global, el solsticio de junio despierta la expectativa de días más largos y el disfrute del clima cálido. En México, esto significa la llegada de días soleados ideales para actividades al aire libre y un aumento gradual de las temperaturas. A pesar de ser el inicio del verano, no necesariamente es el día más caluroso del año, dado que las altas temperaturas suelen alcanzarse más adelante.
El fenómeno del solsticio no es exclusivo de la Tierra; otros planetas con ejes inclinados también experimentan cambios estacionales similares. Este hecho resalta la importancia de estos eventos no solo como fenómenos locales, sino como parte de un sistema solar más amplio.
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