El legado de la Revolución Mexicana está intrínsecamente ligado a los caudillos y figuras masculinas, pero sería un error olvidar el papel crucial desempeñado por un grupo notable de mujeres, conocidas como las Adelitas o «soldaderas», quienes fueron verdaderas guerreras que marcaron un hito en este capítulo de la historia.
Las Adelitas, un conjunto diverso de madres, esposas, tías y jóvenes valientes, abandonaron sus vidas cotidianas para unirse a la lucha revolucionaria en distintas formas. Mientras algunas se dedicaban a alimentar a las tropas hambrientas, otras atendían las heridas de los combatientes y unas pocas empuñaban armas, uniéndose a los hombres en la búsqueda de un país más justo, defendiendo los derechos de las mujeres en una época donde eran escasos.
Cuando Francisco I. Madero llamó a la población a tomar las armas el 20 de noviembre de 1910, la convocatoria atrajo a campesinos, jornaleros y soldados experimentados que anhelaban terminar con décadas de opresión y una dictadura que oprimía a la mayoría de los mexicanos. La lucha se centraba en alcanzar educación, tierra y libertad, derribar el sistema feudal que prevalecía y establecer una sociedad más equitativa.
La Revolución se cobró la vida de casi 1 millón de personas en más de una década de luchas. Las Adelitas, desde todas las clases sociales, se unieron a la causa, unas para buscar a sus familiares en el campo de batalla y otras para asumir labores esenciales en ausencia de los hombres, desempeñando roles agrícolas, obreros y estratégicos.
Su contribución fue invaluable, representando la llegada del feminismo a México, logrando el derecho al voto y contribuyendo a que la Constitución de 1917 fuera redactada bajo principios de igualdad de género. Entre estas valientes mujeres, figuran nombres destacados como Hermila Galindo, secretaria de Venustiano Carranza, y dos guerreras expertas: Ángela Jiménez, conocedora de explosivos, y Amelia Robles, pistolera que luchó junto a Zapata, desafiando las convenciones de género de su época como lo hizo Juana de Arco.
Estas mujeres excepcionales superaron adversidades, desafíos y prejuicios en una sociedad machista, dejando un legado indeleble en la historia de México y marcando un precedente en la lucha por la igualdad y la justicia social.
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