
El Día Internacional de la Danza se celebra cada 29 de abril, una fecha dedicada a honrar una de las formas más antiguas y universales de expresión artística: la danza. Esta efeméride fue establecida en 1982 por el Comité de Danza del Instituto Internacional del Teatro (ITI), dependiente de la UNESCO, en conmemoración del nacimiento de Jean-Georges Noverre (1727–1810), considerado el creador del ballet moderno. Pero más allá de recordar a este influyente coreógrafo, la celebración tiene un propósito mucho más amplio y significativo.
La razón principal por la que se celebra este día es para reconocer el valor artístico, cultural y social de la danza. A lo largo de la historia, la danza ha sido utilizada como medio de comunicación, ritual, celebración y protesta. Es una manifestación que trasciende el lenguaje hablado, capaz de transmitir emociones y contar historias solo con el movimiento del cuerpo. En todas las culturas, desde las danzas africanas tribales hasta el ballet clásico europeo, la danza ha sido un elemento fundamental del patrimonio intangible de la humanidad.
Otro de los objetivos de esta fecha es promover la inclusión y el acceso a la danza. El Día Internacional de la Danza busca acercar esta disciplina a todos los sectores de la sociedad, rompiendo barreras sociales, económicas y culturales. A través de presentaciones, talleres y actividades comunitarias, se invita al público a experimentar la danza tanto como espectadores como participantes, resaltando que no es necesario ser un profesional para disfrutar de sus beneficios.
Además, el día sirve como plataforma para destacar a los artistas y profesionales de la danza, muchas veces invisibilizados a pesar del enorme esfuerzo físico y emocional que requiere esta carrera. Celebrar la danza es también una forma de valorar a quienes la enseñan, la interpretan y la difunden en escenarios grandes y pequeños alrededor del mundo.