
Mientras elementos de la Guardia Civil Estatal enfrentan el peligro en las calles y cumplen con jornadas extenuantes para proteger a la ciudadanía, un oficial destacado en el edificio de seguridad ha decidido ir un paso más allá en el arte del descanso, convirtiendo su uniforme en pijama y su turno en una prolongada pausa inactiva.
Según una denuncia anónima, este funcionario de la ley se encuentra frecuentemente dormido “a sus anchas” en horas laborales, como si su puesto fuera un hotel de paso con vigilancia incluida. Sin importar que sus compañeros patrullan bajo el sol o en condiciones adversas, el señalado ha optado por una forma innovadora de enfrentar el crimen: la inacción absoluta.
El elemento en cuestión parece estar perfeccionando el método de prevención por omisión, es decir, si no ve el delito, no existe. Cuando por alguna razón se le requiere en sus funciones, el despertar abrupto le provoca una irritación tal que responde con gritos, malas palabras y una actitud tan hostil que hasta los civiles y compañeros de uniforme preferirían dejarlo dormir.
Fuentes no oficiales aseguran que, tras una intensa jornada de no hacer nada, el oficial culmina su deber con una siesta regenerativa, demostrando su compromiso con el lema: “Servir, Proteger y Dormir”.
Mientras tanto, sus compañeros —que sí trabajan— continúan a la espera de que alguien despierte, no sólo al elemento dormilón, sino a la propia institución para que tome cartas en el asunto.
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