
Llego la primavera y las vacaciones, lo último que buscamos es permanecer en casa. Al salir a disfrutar del cálido clima, el cerebro y nuestro cuerpo absorbe la vitamina D, crucial para mantener un buen estado anímico y sensación de bienestar. Sin embargo, exponernos directamente a la luz solar sin tomar los cuidados necesarios, puede desencadenar consecuencias graves en nuestro cuerpo.
Con la llegada de las altas temperaturas, los riesgos para la salud aumentan y uno de los más comunes –y peligrosos– es la deshidratación. Por eso, especialistas advierten que mantener una correcta hidratación no solo es necesario durante todo el año, sino fundamental en los meses más calurosos, cuando el cuerpo pierde más líquidos y se incrementa la posibilidad de sufrir un golpe de calor.
Los grupos de mayor riesgo ante esta situación incluyen a las personas mayores, mujeres embarazadas o en período de lactancia, niños pequeños, trabajadores al aire libre y pacientes con enfermedades crónicas. Todos ellos deben prestar especial atención a su nivel de hidratación y no esperar a sentir sed para tomar líquidos.
La deshidratación puede comenzar con síntomas leves pero, si no se atiende a tiempo, puede derivar en complicaciones graves. Esté atento a signos como:
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Sed intensa
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Piel seca
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Disminución o cambio en el color de la orina
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Fatiga, debilidad, cansancio o somnolencia
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Mareos o confusión
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Aumento del pulso o la frecuencia respiratoria
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Diarrea
En el caso de bebés y niños pequeños, también se deben observar:
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Aumento de la sed
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Ojos hundidos
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Rechazo de alimentos
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Llanto sin lágrimas
Las diarreas representan una de las principales causas de deshidratación severa, ya que provocan una pérdida significativa de agua y sales esenciales. Ante su aparición, se recomienda:
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Consultar inmediatamente a un médico o acudir a un centro de salud
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Reponer líquidos de forma abundante
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No suspender la lactancia en bebés y niños pequeños
Para mantener una buena hidratación, es fundamental incorporar entre 2 y 3 litros de líquido al día, distribuidos en pequeñas cantidades y preferentemente a temperatura ambiente. Otras recomendaciones clave son:
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Aumentar la ingesta de líquidos si se realiza actividad física
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Llevar siempre una botella de agua a mano
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Evitar bebidas alcohólicas, ya que favorecen la deshidratación
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Consumir alimentos ricos en agua como frutas, verduras y hortalizas
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Asegurar una correcta cadena de frío en alimentos proteicos como carnes, pescados y lácteos
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Permanecer en lugares frescos y ventilados
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Evitar la exposición solar y el ejercicio en las horas de mayor calor.
Seguiremos informando.