
El alcalde de Xilitla, Óscar Márquez Plascencia, ha actuado con cinismo y oportunismo frente al incendio forestal que desde el 30 de marzo afecta a la comunidad de Buenavista, donde al menos 154 hectáreas de vegetación han sido consumidas por el fuego, de acuerdo con datos de la Comisión Nacional Forestal (Conafor). Lejos de encabezar una respuesta efectiva ante la emergencia, el edil ha optado por minimizar la gravedad del siniestro y mostrarse públicamente como protagonista de labores que no ha realizado.
Durante más de una semana, alrededor de 350 personas, principalmente voluntarios, campesinos y habitantes de comunidades cercanas, han combatido las llamas con escasos recursos y sin descanso, mientras que el apoyo institucional ha sido calificado como insuficiente. En lugar de reforzar los esfuerzos, el alcalde ha buscado capital político aprovechando el esfuerzo ajeno, adjudicándose méritos que pertenecen a los brigadistas, quienes han enfrentado esta emergencia prácticamente solos.
Con un tono que rozó lo cínico, el alcalde aseguró que el impacto del desastre natural fue menor gracias a su administración, afirmando que “solo los árboles viejos se dañaron”. Lejos de reconocer el esfuerzo incansable de las brigadas comunitarias que trabajaron a contrarreloj para contener los daños y salvar lo que pudieron del entorno natural, el alcalde optó por adjudicar los resultados a las “acciones del ayuntamiento”. Su declaración omite el papel fundamental de la ciudadanía organizada, que actuó donde las instituciones no alcanzaron, y minimiza la gravedad ecológica que implica la pérdida de árboles longevos, cuya regeneración tomará décadas.
Por si esto no fuera suficiente, el alcalde solo se presentó en la zona del incendio para tomarse la fotografía para presumir en sus redes sociales, en un acto que raya en la burla hacia quienes han arriesgado su vida combatiendo el fuego sin contar con el respaldo adecuado del gobierno municipal. Su presencia vacía, carente de compromiso real, es una falta de respeto a las brigadas que han enfrentado el siniestro sin descanso. Este comportamiento no solo revela su incapacidad para enfrentar una emergencia de tal magnitud, sino que además lo pinta como un funcionario inhumano, cínico y descarado.
“Mi respeto para todas las comunidades vecinas que apoyaron, sin ellos no hubiera sido posible controlarlo”, expresó una ciudadana en redes sociales. “Es decepcionante ver que algunas personas solo se presentan para reclamar créditos cuando el trabajo ya ha sido realizado por otros”, añadió, en clara referencia al alcalde.
Otro punto que ha generado indignación es la precaria situación de los brigadistas municipales. Según testimonios, muchos de ellos no cuentan con equipo adecuado ni sueldos dignos. Aunque se ha utilizado un helicóptero para tareas de reconocimiento, pobladores afirman que su intervención ha sido limitada. En contraste, las comunidades han demostrado una coordinación ejemplar, aportando mano de obra, alimentos, herramientas y apoyo logístico para sostener las labores durante más de siete días.