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El Impacto Psicológico de la Necesidad de Control

Por Estefanía López

En un mundo lleno de incertidumbres, es natural que el ser humano busque alguna forma de control para sentirse seguro y en paz. Desde el momento en que nos despertamos hasta el final del día, tendemos a intentar manejar los detalles de nuestras vidas. Sin embargo, hay un fenómeno psicológico que se presenta cuando intentamos controlar aspectos que están fuera de nuestro alcance: la necesidad de controlar lo incontrolable. Este comportamiento no solo es una respuesta a la ansiedad, sino que puede tener repercusiones profundas sobre nuestra salud mental.

El deseo de tener control sobre todo puede surgir de la ansiedad, el miedo o incluso la creencia errónea de que la vida debe seguir un orden predecible. Sin embargo, la realidad es que hay muchos aspectos de la vida que escapan a nuestra capacidad de influencia, como las emociones de los demás, el curso de los eventos globales, o incluso la muerte y el envejecimiento. La frustración que genera el intentar controlar lo incontrolable puede desencadenar un círculo vicioso: cuanto más intentamos controlar algo que no podemos, más ansiosos y estresados nos sentimos.

El TOC y la necesidad de control

La psicología sugiere que este impulso de controlar puede estar vinculado al trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), donde las personas sienten una necesidad casi imperiosa de realizar ciertos rituales o comportamientos para evitar lo que perciben como una amenaza. Esta necesidad de orden y control, aunque proporciona una sensación momentánea de alivio, a menudo conlleva un agotamiento emocional a largo plazo. Las personas que luchan constantemente por tener el control sobre situaciones fuera de su alcance pueden comenzar a experimentar sentimientos de impotencia, frustración e incluso depresión.

Además, el deseo constante de control puede deteriorar las relaciones interpersonales. Al intentar imponer nuestras expectativas sobre los demás o sobre eventos que no podemos cambiar, corremos el riesgo de alejarnos de las personas y generar conflictos. El control en este sentido se convierte en una barrera que impide la aceptación de la imperfección humana y de la vida en sí misma.

El impacto en el bienestar mental es considerable. Aquellos que constantemente intentan controlar todo pueden experimentar altos niveles de estrés, ya que sus mentes están en un estado de alerta constante, esperando que algo salga mal. Esto también puede tener efectos físicos, como insomnio, dolores de cabeza, e incluso problemas cardiovasculares derivados del estrés crónico.

¿Qué podemos hacer?

Para mitigar este impacto, es fundamental aprender a aceptar la incertidumbre y a reconocer lo que realmente está bajo nuestro control. La práctica de la atención plena, por ejemplo, promueve la aceptación del momento presente sin tratar de cambiarlo. Al hacerlo, se reduce la presión interna de tener que controlar todos los aspectos de la vida, favoreciendo un equilibrio emocional más saludable.

La necesidad de control sobre lo incontrolable es un comportamiento que, aunque comprensible, puede tener efectos negativos profundos en la salud mental. Aceptar que hay cosas que no podemos manejar es un paso crucial hacia una vida más equilibrada y menos ansiosa.

Estefanía López Paulín
Contacto: psc.estefanialopez@outlook.com
Número: 4881154435

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