Los osos polares han desarrollado una serie de adaptaciones impresionantes para sobrevivir en el Ártico, uno de los entornos más hostiles del planeta. Su gruesa capa de grasa y denso pelaje les permiten conservar el calor incluso en temperaturas de -40 °C, sin embargo, hasta ahora, un detalle había pasado desapercibido: ¿por qué su pelaje nunca se cubre de hielo, a pesar de nadar en aguas gélidas y moverse sobre la nieve?
Este misterio ha sido desvelado recientemente por un estudio publicado en Science Advances, que revela que la clave está en el sebo natural que recubre su pelaje. El sebo es una grasa natural secretada por las glándulas sebáceas que recubre el pelaje de muchos mamíferos. Además tiene una composición única, con una mezcla de colesterol, diacilglicéridos y ácidos grasos, y sin escualeno, una sustancia presente en otros mamíferos.
Esta composición específica reduce drásticamente la adherencia del hielo, permitiendo que los osos polares mantengan su pelaje seco y limpio incluso en condiciones extremas. Los investigadores descubrieron que el pelaje sin lavar de los osos polares tiene una resistencia al hielo comparable a materiales tratados con fluorocarbonos, sustancias químicas utilizadas en productos antiadherentes y repelentes de agua.
Este descubrimiento no solo arroja luz sobre la biología de los osos polares, sino que también tiene implicaciones revolucionarias para la tecnología. La capacidad del sebo para repeler el hielo sin necesidad de compuestos químicos agresivos sugiere que podríamos estar ante una alternativa natural y sostenible a los actuales recubrimientos industriales.
Los fluorocarbonos, utilizados en ropa de esquí, aeronáutica e infraestructuras, son altamente eficaces, pero su impacto ambiental es problemático. Las aplicaciones potenciales de un recubrimiento inspirado en el sebo de los osos polares son numerosas, desde la fabricación de esquís hasta recubrimientos para aviones y barcos que operan en condiciones extremas.
