Completamente ajena y desatendida de sus funciones como califican a la oficial mayor del Congreso del Estado, Dolores Eliza García Román, quien, en las últimas semanas, se ha visto involucrada en una serie de acusaciones y señalamientos por la falta de trabajo y el rezago que su actitud ha generado en perjuicio del Poder Legislativo, toda vez que, según refieren sus colaboradores, además de que rara vez se le ve en su oficina, todavía se siente diputada y quiere seguir mandando como tal.
García Román fue parte de la LXIII Legislatura como representante del V Distrito, al concluir su periodo intentó ser presidenta municipal de Ciudad del Maíz, pero fracasó, sin embargo, como premio de consolación le dieron la Oficialía Mayor del Congreso del Estado, hecho que no le permitió darse cuenta de que ya no es representante popular, sino funcionaria pública con una larga lista de obligaciones, las cuales, reiteran sus allegados, no atiende con el argumento de que debe mantener activo el trabajo de campo y de cercanía con la población.
Trabajadores del Legislativo reiteran que la oficial mayor mantiene actitudes que no son acordes a cargo que desempeña, pues, además de ostentar un poder que no tiene, con frecuencia ofende a su compañeros, es grosera y prepotente, características que no garantizan el cumplimiento de su trabajo, pues, a la fecha, mantiene un rezago considerable en temas que no se han podido resolver desde el inicio de la presente Legislatura.
Las actitudes de Lolita, como se le conoce en el barrio, han afectado notablemente el desempeño del Congreso del Estado, pues la Oficialía Mayor es uno de los órganos medulares para el trabajo y la operatividad de toda institución pública, sin embargo, ante el abandono en que se encuentra por parte de su titular, se corre el riesgo de que, en breve, se lleguen a registrar afectaciones de consideración.
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