El vínculo entre la mente y el cuerpo ha sido objeto de numerosas investigaciones a lo largo de las últimas décadas, y uno de los aspectos más estudiados es la relación entre las emociones no gestionadas y el desarrollo de enfermedades graves como el cáncer.
Si bien el cáncer tiene causas conocidas como factores genéticos, ambientales y hábitos de vida, algunos estudios sugieren que el manejo emocional deficiente podría ser un factor contribuyente en el desarrollo de la enfermedad. Aunque esta relación no es concluyente, el campo de la psico-oncología continúa explorando cómo nuestras emociones impactan la salud física.
Uno de los enfoques más debatidos en la investigación sobre el cáncer es la idea de que las emociones no gestionadas, como el estrés crónico, la ira, la tristeza o la ansiedad, podrían desempeñar un papel en el inicio o la progresión de la enfermedad.
El estrés prolongado, por ejemplo, ha sido relacionado con alteraciones en el sistema inmunológico, lo que podría facilitar la aparición de células cancerígenas o impedir la capacidad del cuerpo para detectar y eliminar estas células de manera eficiente.
En este contexto, el sistema nervioso y el sistema endocrino, que se activan ante situaciones de estrés, liberan hormonas como el cortisol, las cuales, en niveles elevados durante periodos prolongados, pueden afectar negativamente al sistema inmunológico y al equilibrio general del organismo.
Uno de los aspectos clave que se ha investigado es la relación entre el estrés emocional crónico y las alteraciones en los mecanismos de reparación celular. En personas con niveles elevados de estrés, las células del cuerpo pueden volverse más vulnerables a los daños causados por agentes externos, los cuales pueden inducir mutaciones en el ADN y, con el tiempo, contribuir al desarrollo de tumores.
Asimismo, la emoción negativa prolongada puede alterar el equilibrio hormonal, lo que también puede desencadenar procesos que favorezcan el crecimiento tumoral.
Aunque la investigación continúa, los estudios también han señalado la importancia de la psicoterapia y otras formas de apoyo emocional en el tratamiento de pacientes con cáncer.
Terapias como la terapia cognitivo-conductual han demostrado ser útiles para ayudar a los pacientes a reducir el estrés, la ansiedad y la depresión, factores que pueden afectar su bienestar general. Además, la intervención psicológica también ha mostrado un impacto positivo en la mejora de la calidad de vida de los pacientes oncológicos, lo que podría, indirectamente, influir en la progresión de la enfermedad.
Es importante destacar que, a pesar de los avances en la investigación, la relación entre emociones no gestionadas y el cáncer sigue siendo un tema controvertido. No existe evidencia suficiente para afirmar que las emociones negativas causen cáncer directamente, pero los estudios sugieren que el bienestar emocional tiene un impacto en la capacidad del cuerpo para defenderse de la enfermedad.
La conexión entre las emociones no gestionadas y el cáncer es compleja y aún está en proceso de exploración. Si bien no se puede atribuir a las emociones no gestionadas la causa directa del cáncer, está claro que mantener un equilibrio emocional y procurar un bienestar psicológico adecuado puede ser un factor protector para la salud física en general.
La investigación continúa, y con ello, una mayor comprensión de cómo nuestras emociones y nuestra mente influyen en el desarrollo y la progresión de enfermedades graves como el cáncer.
Estefanía López Paulín
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