Cada 4 de febrero, se conmemora el Día Mundial del Cáncer, una fecha que invita a reflexionar sobre esta enfermedad que afecta a millones de personas a nivel global. Sin embargo, más allá del tratamiento médico y los avances científicos, es fundamental entender el impacto psicológico que el cáncer tiene en los pacientes, sus familiares y las personas que están involucradas en este proceso.
El diagnóstico de cáncer puede ser un golpe devastador. Para muchas personas, el primer impacto no solo es físico, sino emocional. La noticia de que se padece una enfermedad grave puede generar una avalancha de sentimientos: miedo, ansiedad, tristeza. El temor al dolor, a la muerte, a la incertidumbre sobre el futuro, son pensamientos comunes que surgen tras este diagnóstico.
Desde una perspectiva psicológica, el primer paso es reconocer que la respuesta emocional ante la enfermedad no solo es normal, sino que también es esencial para el proceso de adaptación.
Las personas afectadas atraviesan una serie de etapas emocionales similares a las de un duelo, como el rechazo inicial, la ira, la negociación, la tristeza y, finalmente, la aceptación. Estos procesos no siempre siguen un orden específico y pueden presentarse de manera única en cada persona.
Uno de los aspectos más complejos del cáncer es el aislamiento que muchas veces experimentan los pacientes. La enfermedad, a menudo, genera un distanciamiento social involuntario debido a los cambios en la apariencia física, la pérdida de energía y la necesidad de tratamientos constantes. Este aislamiento puede afectar negativamente la salud mental, provocando depresión y ansiedad.
Es aquí donde el apoyo psicológico se vuelve crucial. Los terapeutas especializados pueden ayudar a los pacientes a lidiar con el estrés, el miedo y la ansiedad a través de técnicas como la terapia cognitivo-conductual, que permite reestructurar pensamientos negativos, o la psicoterapia de apoyo, que busca brindar un espacio seguro para la expresión emocional.
Además, la terapia familiar es otra herramienta invaluable, ya que los familiares también experimentan una carga emocional significativa durante el proceso de enfermedad.
El Día Mundial del Cáncer no solo debe ser un recordatorio de la importancia de la prevención y el tratamiento médico, sino también una oportunidad para reflexionar sobre la importancia del bienestar emocional en la lucha contra la enfermedad.
La salud mental juega un papel fundamental en la recuperación, ya que un estado emocional equilibrado favorece la capacidad del cuerpo para sanar y adaptarse a los desafíos que implica el cáncer.
El cáncer no solo afecta el cuerpo, sino también la mente. Es esencial que, como sociedad, sigamos promoviendo el cuidado integral, que no solo se enfoque en la medicina, sino también en el apoyo psicológico, para que los pacientes puedan enfrentar la enfermedad con la mayor fortaleza posible.
Estefanía López Paulín
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