La flor de nochebuena, también conocida como cuetlaxochitl, es uno de los símbolos más emblemáticos de la temporada navideña y un orgullo mexicano. Originaria de México, esta especie, cuyo nombre científico es Euphorbia pulcherrima, se encuentra de manera silvestre en diversos estados del país, como Guerrero, Michoacán y Jalisco. Su llamativo color rojo y otras variedades en tonos blancos, rosados y amarillos han capturado la atención internacional, convirtiéndola en un elemento clave en la decoración navideña.
Aunque a menudo se confunden sus brácteas (hojas modificadas) con pétalos, las verdaderas flores son las pequeñas estructuras amarillas en el centro de la planta. Este detalle botánico, junto con su diversidad genética, ha llevado a numerosos países como Estados Unidos, Francia y Alemania a desarrollar cultivares comerciales para su exportación y adaptación a mercados internacionales.
Históricamente, la nochebuena tiene raíces profundas en la cultura prehispánica, donde los nahuas la consideraban un símbolo de ornato y la llamaban “flor de cuero”. Durante la colonia, los frailes franciscanos la integraron a las celebraciones religiosas, y en el siglo XIX fue llevada a Estados Unidos, donde su comercialización se masificó.
Actualmente, México celebra el Día Nacional de la Flor de Nochebuena cada 8 de diciembre, destacando su importancia cultural y económica. Los estados con mayor producción, como Morelos, Puebla y Oaxaca, dedican meses de trabajo a su cultivo, cuidando factores como la temperatura, el riego y el fotoperiodo para asegurar la calidad de las plantas durante la temporada decembrina.
Además de su belleza ornamental, la flor de nochebuena simboliza la riqueza natural y cultural de México, consolidándose como un estandarte nacional que continúa deslumbrando al mundo cada Navidad.
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