Dedicada al dios Quetzalcóatl, la pirámide muestra una fuerte influencia de Teotihuacán, con elementos también de El Tajín, lo que revela una rica interacción cultural entre distintas regiones del México antiguo. En su costado sur se encuentra el Patio de los Altares, un centro ceremonial vital para la ciudad sagrada de Cholula, rodeado de edificios rectangulares y decorado con pinturas que servían de escenario para rituales religiosos y políticos.
En la cima de la pirámide se erige la Iglesia de la Virgen de los Remedios, construida en 1594. Esta iglesia es un claro ejemplo de sincretismo religioso, combinando las tradiciones católicas con las creencias indígenas. Durante la colonización, los españoles intentaron destruir la pirámide, pero finalmente la iglesia fue erigida como símbolo de dominación cultural y espiritual. Hoy en día, el santuario es uno de los destinos de peregrinación más importantes de México.
A pesar de su construcción en tierra, la pirámide de Cholula sigue siendo una maravilla arqueológica inacabada. Los arqueólogos han descubierto más de ocho kilómetros de túneles que permiten explorar las distintas fases constructivas de la pirámide. Entre sus hallazgos más notables se encuentra el Mural de los Bebedores, que muestra una ceremonia de embriaguez y festín con pulque, y es considerado un tesoro del arte prehispánico.
La pirámide de Cholula no solo es una maravilla arquitectónica, sino también un símbolo de la historia y la resistencia cultural de México. Representa la fusión de las civilizaciones prehispánicas con la colonización y sigue siendo un testamento de la rica herencia cultural del país