Cuentan que, siendo gobernador, Carlos Jonguitud y, al menos tres de sus colaboradores, sufrieron de una fuerte turbulencia mientras viajaban en un viejo avión propiedad del gobierno. Los capitanes intentaron mantener la nave en el aire, pero no pudieron. A la altura de Cerritos, se vieron obligados a aterrizar de emergencia sobre la carretera.
Aturdidos por la sacudida y el paseo del avión, los tripulantes bajaron y, al verificar que todos estuvieran bien, uno de los pilotos le preguntó al gobernador Jonguitud: ¿Está bien, señor? El robusto líder magisterial le respondió de inmediato: ¡Muy bien!
El piloto, ya en corto, le preguntó que cómo había conservado la calma si pudieron haber muerto y Jonguitud le reviró, palabras más, palabras menos: Un líder siempre debe mantener la calma y el valor, aun en los momentos difíciles.
Jonguitud fue un gobernador carismático, pero de mano dura. Hizo mucha obra, a él se deben los parques Tangamanga, el Río Santiago y muchas otras.
Cuando hizo el Río Santiago, se aferró a pavimentar el lecho del día. Contaba, en aquel entonces, que, el día de la inauguración, uno de sus colaboradores le notificó que tendrían que modificar la agenda porque había llovido y el agua corría sobre el bulevar. Jonguitud dijo entonces con desenfado: Bueno, será una obra de doble uso; cuando llueva será río y cuando no, será bulevar. Los presentes soltaron la carcajada.
Carlos Jonguitud cumpliría 100 años si viviera y, si lo hiciera, qué chinga les pusiera a sus compañeros de gremio. En sus tiempos, se inventó el llamado «convoy», que no era más que un conjunto de patrullas de policía que se dedicaban a hacer rondines de seguridad por toda la ciudad. Los delincuentes le tenían pavor a ese operativo en el que todo aquel que caía, era rapado y esa era la señal de que andaba en malos pasos. Si hoy ocurriera eso, equivaldría a una buena funada en redes sociales.
El Jonguitudismo fue un periodo de la historia en el que San Luis Potosí vivió la abundancia en todos los sentidos, pero todo se descompuso con una supuesta traición que le hizo a Carlos Salinas de Gortari que, apenas llegó al poder, acabó con su poder y con el de Joaquín Hernández Galicia «La Quina”, dirigente de los trabajadores petroleros.
Esa historia la conoce muy bien don Cuco Araujo del Ángel, a quien este felino vio hace unos días desayunando en el restaurante Faz. De ese episodio del Jonguitudismo, surgió Elba Esther Gordillo, pero esa es otra historia.
A Jonguitud le sobrevivieron muchos y muy leales colaboradores. Lo acusaron de querer implantar un cacicazgo que terminó en tragedia e inestabilidad política. Sí, con Salvador Nava como uno de los protagonistas.
Hoy, a 100 años de su natalicio, vale la pena recordar que Carlos Jonguitud fue un buen gobernante.
Cavilaciones:
Primera: La intervención de Andy López Beltrán, durante la reunión privada con militantes de Morena, la semana pasada que vino a San Luis Potosí, junto con la dirigente nacional, Luisa María Alcalde, acaparó la atención de sus compañeros de partido que ya lo ven como futuro presidente de México ¡Miau!
Segunda: Analistas sin quehacer aseguran que solo hay un funcionario de primer nivel en el gabinete del gobernador Gallardo que es originario de la capital potosina. Les dejamos el nombre de tarea.
Tercera: Concluido el Campeonato Nacional Charro, ahora, los esfuerzos se concentrarán en organizar correctamente el concierto de Luis Miguel y se nos acabó el año ¡Inguesu!