La envidia es una emoción compleja y muchas veces destructiva que puede afectar tanto a quien la siente como a los que le rodean. Entender esta emoción ayuda a comprender mejor a esa persona y animarlos a salir de esa dinámica.
Pero en el día a día, las personas suelen esconder las características que están mal vistas, y las personas envidiosas también lo hacen, aun así, existen características y formas para identificarlas. Suelen ofenderse o enfadarse cuando un conocido suyo triunfa o le va bien en algo.
Los envidiosos son una fuente constante de conflictos, porque ni siquiera es necesario entrar en contacto con ellas para chocar. Distinguir la conducta egoísta de las personas es importante para evitar estos conflictos o y mantenernos lejos de personas que no aportan nada bueno para nosotros.
Baja autoestima. Esto se asocia a la necesidad continua de compararse con los demás y de obtener una gratificación para sentirse válida. Gran parte de su autoestima se basa en lo estético, por eso se comparan con el aspecto u otras cualidades basadas en la apariencia. Incluso se pueden ver amenazadas o atacadas por la estética de personas a las que consideren mejores que ellas sin conocerlas.
Falta de satisfacción personal. Esta comparación continua de sus logros y posesiones con los demás hace que tengan una insatisfacción interna de querer desear lo que otros tienen ya sea en términos de éxito, posesiones materiales, relaciones o habilidades.
Menosprecio a los demás. Para manejar sus sentimientos de envidia buscan desacreditar los logros de los demás a través de comentarios despectivos o críticos y sintiéndose mejor con ellos mismos. Tienden atribuir el éxito de los demás a la suerte o a la intermediación de otras personas. Buscan evitar que alguien de su entorno destaque mucho.
Uso de burlas. Pueden utilizar cualquier recurso para humillar a quién consideren su rival. Muchas de sus críticas o comentarios negativos no tienen sustancia, insinuando cualidades que no son negativas desde un aspecto racional como ser vegetariano o no tener coche.
Desanimar a los demás. En proyectos ilusionantes de los demás, las personas envidiosas intentan disuadirlas para que no lo intenten, poniendo en dudas las capacidades de la otra persona.
Demostración de sus logros. En algunas ocasiones, intentan que todo el mundo vea sus logros para ganar puntos en la competición que ellos creen que es la vida social.
Constante actitud defensiva. No solo atacan a los demás, sino que esperan que los demás hagan lo mismo con ellas. Por lo que cualquier comentario pueden interpretar que se les está atacando. Como cuando exhibe una cualidad sin querer y lo consideran como una amenaza.
Felicitaciones forzosas. Cuando tienen que felicitar a alguien cuando ha logrado un mérito, lo hacen de una forma sobreactuada. Esa dificultad para celebrar el éxito ajeno les hace sentirse resentidas e incómodas.
Deseo de lo que otros tienen. Esta emoción se manifiesta en el deseo de querer lo que otros tienen, ya sean sus bienes materiales, éxito profesional, relaciones amorosas… Ese deseo puede ser tan fuerte que consumen su energía.
Visión maquiavélica de la amistad. Las personas envidiosas pueden llegar a ver a muchos de sus amigos como un medio para gozar de mejor imagen y estar al mismo nivel de popularidad que «los rivales». En vez de construir un vínculo genuino o desinteresado, ven en ellas un medio para un fin
Y por ahí dicen, es más peligrosa una persona que envidia lo que eres que una que envidia lo que tienes, por eso es importante detectar a este tipo de personas y mantenernos lejos, y si algunas de esas características resuenan contigo, recuerda que no todo está perdido, siempre podemos trabajar en nosotros para eliminar creencias o patrones que no nos permiten vivir plena y felizmente con lo que tenemos.
Estefanía López Paulín
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