Los chilaquiles son un icónico platillo mexicano que se ha ganado un lugar especial en los desayunos de todo el país. Este plato, compuesto por totopos bañados en sabrosas salsas verdes o rojas, ha cautivado a propios y extraños con su irresistible sabor. Pero, ¿sabes de dónde proviene este nombre y qué significa?
Según algunos expertos, el término «chilaquiles» tiene raíces en el náhuatl, la lengua de los antiguos aztecas. Chilli significa «chile» y quilitl se refiere a «hierba comestible». Otra teoría sugiere que proviene de la pluralización de chilli, «chile», y aquilli, «metido en», dando como resultado «metido en chile». Incluso hay quienes afirman que se origina de chilli, «chile», ati, «agua», y quilitl, «quelite».
En sus inicios, los chilaquiles eran un plato sencillo, donde se aprovechaban las tortillas sobrantes de días anteriores. Para evitar desperdiciarlas, se bañaban con salsa y se acompañaban con frijoles. Aunque hay datos que desde 1821 ya se degustaba el platillo, la época del México Independiente fue modificando el platillo hasta pasados los 1900s, cuando ya se entrega un manjar similar al que conocemos hoy en día.
La versatilidad de los chilaquiles es una de las razones de su popularidad, ya sea con pollo, carne, huevo o queso. Desde los tradicionales chilaquiles rojos, preparados con chile guajillo, hasta las famosas tortas de chilaquiles de la Ciudad de México, este platillo se ha adaptado a los gustos y tradiciones de cada región.
En la actualidad, es casi imposible encontrar un restaurante mexicano que no ofrezca chilaquiles en su menú. Su presencia es omnipresente, desde los puestos callejeros hasta los establecimientos más exclusivos. Los chilaquiles se han convertido en un símbolo de la identidad culinaria mexicana, representando la riqueza y diversidad de sus ingredientes y técnicas de cocción.