Un nuevo estudio publicado en Nature Climate Change sugiere que las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a la producción y consumo de alimentos podrían reducirse hasta en un 17% si la población global adoptara dietas más basadas en plantas. La investigación, liderada por un equipo internacional, destaca que el 56,9% de la población mundial que actualmente consume en exceso podría reducir las emisiones alimentarias globales en un 32,4% al adoptar la dieta de salud planetaria propuesta por la Comisión EAT-Lancet.
El estudio también señala que este cambio en la dieta equilibraría el aumento del 15,4% en las emisiones alimentarias que se produciría si las poblaciones que actualmente consumen poco, un 43,1% de la población mundial, se movieran hacia dietas más saludables. Se enfatiza que las dietas ricas en carne roja y productos lácteos, comunes en países más ricos, generan mayores emisiones, mientras que los países más pobres, aunque tienen dietas de menor impacto ambiental, enfrentan mayores niveles de desigualdad alimentaria.
Los autores del estudio, como el Dr. Yuli Shan de la Universidad de Birmingham y el profesor Klaus Hubacek de la Universidad de Groningen, destacan que la reducción en el consumo de productos animales en países ricos, especialmente en grupos de consumidores que consumen en exceso, podría generar beneficios significativos para la salud y el clima. Además, proponen que la introducción de incentivos como el etiquetado ecológico, el precio del carbono y la ampliación de la disponibilidad de productos con menor contenido de emisiones podrían alentar cambios en la dieta.
Sin embargo, los expertos también señalan que en algunos países, como Mongolia, donde las dietas dependen en gran medida de la carne roja debido a un estilo de vida nómada, los cambios en la dieta pueden no ser factibles, pero es necesario mejorar la educación nutricional.
El estudio evalúa la distribución desigual de las emisiones alimentarias en 139 países, abarcando el 95% de la población mundial, y revela cómo las dietas actuales están influyendo en las emisiones globales. Los investigadores concluyen que un cambio significativo hacia dietas basadas en plantas requeriría una transformación considerable en la producción mundial de alimentos, con reducciones en la oferta de carne roja, azúcares y cereales, y un aumento en la producción de legumbres, frutos secos, y verduras.
Los cambios en la demanda alimentaria podrían provocar fluctuaciones en los precios de los productos agrícolas, lo que podría afectar a otros sectores, como la producción de biocombustibles, contrarrestando parcialmente los beneficios de los cambios en la dieta.
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