Los descubrimientos de Ballard, en colaboración con la Universidad de Columbia (EE.UU.), indican que una masa de agua «200 veces mayor que la de las Cataratas del Niágara» devastó todo a su paso.
Se cree que el Mar Negro, actualmente salado, fue en un tiempo un lago de agua dulce aislado y rodeado de tierras de cultivo, hasta que una gigantesca muralla de agua del creciente Mar Mediterráneo lo inundó con tal fuerza que arrasó con todo.
Si esto fuera cierto, sería razonable pensar que el fenómeno se propagó por lo que hoy conocemos como Medio Oriente. No obstante, es improbable que haya llegado hasta Mesoamérica. A pesar de ello, culturas como la wixárika conocida en Occidente como «huichol» dejaron constancia de un evento cataclísmico en el que inmensas cantidades de agua arrasaron con todo.
Según la institución, este mito «pertenece a la categoría de los relatos cosmogónicos», relacionados con la creación del mundo y de todo lo que existe. Sin embargo, no coincide temporalmente con la época en que se escribió sobre el Diluvio Universal judeocristiano.
Es posible que fenómenos de inundaciones similares hayan ocurrido en diferentes partes del mundo y que varias culturas los hayan vinculado con actos divinos. Sin embargo, no existe una relación directa entre estas catástrofes naturales.
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