En Giza, la tumba de la princesa Nefertiabet ha revelado la representación más antigua de maquillaje del Imperio Antiguo de Egipto, ofreciendo una visión única sobre sus prácticas cosméticas. Las inscripciones jeroglíficas halladas describen polvos verdes llamados udju y polvos negros denominados mesdemet. Estos pigmentos no solo servían para embellecer, sino que también tenían propósitos prácticos y protectores.
En la sociedad egipcia, el maquillaje jugaba un papel crucial en la protección de la piel contra los insectos. La mezcla de minerales triturados y aceites se aplicaba para crear una barrera contra las picaduras de mosquitos, especialmente en las regiones cercanas al Nilo, donde estos insectos eran abundantes. El maquillaje tenía así una función profiláctica importante.
Los egipcios se enfocaban en realzar sus ojos, utilizando una línea negra gruesa para protegerse de oftalmias y conjuntivitis causadas por la luz solar y el polvo. Usaban polvo negro de galena en las pestañas y párpados superiores, y polvo verde de malaquita en los párpados inferiores. La egiptóloga Helen Strudwick explica que los pigmentos molidos de malaquita, mezclados con agua, se usaron hasta mediados del Imperio Antiguo, cuando fueron sustituidos por el kohl negro, que también tenía propiedades terapéuticas al proteger los ojos de infecciones.
El maquillaje era una práctica extendida entre hombres y mujeres, destacando en frescos y tumbas. Se han encontrado recipientes de cosméticos y herramientas de aplicación, como pinceles, en tumbas de faraones y nobles. Los estuches de kohl, elaborados artísticamente, eran símbolos de estatus, aunque la clase campesina tenía versiones más sencillas.
Así, el maquillaje en el antiguo Egipto revela no solo un arte de embellecimiento, sino también una práctica con valor protector y espiritual en la vida cotidiana y en el más allá.
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